Agencias - El estudio indicó que los adolescentes no siempre
pueden recuperarse de un trauma y que sus cerebros pueden ser más susceptibles a
cambios permanentes derivados del estrés, en comparación con niños más pequeños.
Susan Andersen, de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Harvard y del Hospital McLean en Belmont, Massachusetts, y
sus colegas, hallaron que las ratas expuestas al estrés durante la adolescencia
(manteniéndolas solas en sus jaulas), tenían en la adultez concentraciones
menores de una proteína clave en el hipocampo, una región cerebral importante
para el aprendizaje y la memoria.
La proteína, llamada sinaptofisina, se usa para
cuantificar las conexiones de las células cerebrales. Concentraciones menores
indican una disminución en la actividad del cerebro.
El equipo de Andersen dijo en una reunión de la Sociedad de
Neurociencia, celebrada en New Orleans, que su estudio era el primero en mostrar
que el estrés durante la adolescencia podía afectar las conexiones celulares del
cerebro en la adultez.
Por lo general, en las personas, las concentraciones de
sinaptofisina aumentan entre los 18 y 20 años. El experimento de Andersen hizo
pruebas con ratas en una edad comparativamente similar al período de la
adolescencia en seres humanos.
Las ratas que se mantuvieron solas, algo que ocasiona mucho
estrés en estos roedores, no experimentaron un aumento normal de sinaptofisina
al llegar a la madurez.
"Esta información indica por qué los traumas (en la
adolescencia), como la agresión física o sexual, o el abandono, se asocian con
una disminución del tamaño del hipocampo en la etapa adulta", manifestó el
Hospital McLean en un comunicado.
"Estos datos preclínicos señalan que el estrés
experimentado en la juventud puede alterar la trayectoria normal de desarrollo
del hipocampo, pero que estos cambios no son aparentes hasta una etapa posterior
de la vida", concluyó Andersen. |