"Me niego a mostrar este filme en mi cadena
de teatros", dijo el productor Marin Karmitz, presidente de la
prestigiosa compañía MK2, a The Hollywood Reporter.
"He luchado constantemente contra el fascismo, sobre todo en mi labor de
exhibidor. Para mí, La Pasión de Cristo es una cinta de propaganda fascista",
afirmó Karmitz, dueño de 58 cines de París.
Karmitz afirmó que "la película de Gibson transforma la violencia y la
barbarie en un espectáculo. Por dos horas, lo único que el espectador ve es
un hombre sometido a torturas".
"Finalmente, el antisemitismo es sólo un tercer elemento en la ideología
fascista del filme. Los judíos en los Estados Unidos han cometido un gran error
al centrar el debate sólo en el antisemitismo", agregó.
Si lo distribuirá Quinta Comunicaciones,
propiedad de un musulmán Tarak Ben Ammar, productor
de origen tunecino y de confesión musulmana anunció que su cadena de
establecimientos distribuirá en Francia la cinta de Gibson y que ha despertado
reticencias en otros exhibidores.
El distribuidor indicó que tomó la decisión al considerar que "es una película
contra el integrismo, sobre el amor y sobre el perdón, puesto que Jesús perdona
a los que le hacen sufrir, no es un film antisemita como se dijo. Quedé
fascinado al verla y deseé distribuirla".
Ben Ammar, presidente de las productoras Quinta Comunicaciones y de ExMachina,
se ha atrevido finalmente a distribuir la cinta que encontró reticencias a ser
comercializada por otras casas en el país europeo y a nivel mundial.
La cinta de Gibson, que narra las últimas horas de la vida de Jesucristo, ha
generado una controversia que ha hecho que muchos países, en especial donde
prolifera la comunidad judía, teman proyectarla por las consecuencias y críticas
que puede conllevar.
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