La crisis de WorldCom, que supuso uno de los escándalos
empresariales más graves de Estados Unidos, pasó finalmente a la historia al
superar la compañía definitivamente la bancarrota y cambiar oficialmente su
nombre por MCI.
Atrás queda la grave crisis abierta en julio de 2002, cuando se descubrió el
fraude contable cometido en las cuentas de la empresa, que ascendió a 11.000
millones de dólares, y que obligó a WorldCom a protagonizar la mayor bancarrota
de la historia estadounidense.
Hace apenas unas semanas, los dos principales implicados, el
ex director ejecutivo Bernie Ebbers y el ex gerente de finanzas Scott
Sullivan, fueron acusados de fraude, conspiración y falsificación.
En los momentos de máximo esplendor de WorldCom, Ebbers era
famoso por su estilo de conducción de los negocios, basado en gran parte en
órdenes e instrucciones verbales. En el momento de presentar acusaciones, la
fiscalía alegó que los dos ejecutivos dirigían la compañía con poco o nulo
control, junto a un consejo compuesto en su mayoría por amigos personales de
Ebbers, al tiempo que ideaban complejas operaciones contables para aumentar de
forma ficticia los ingresos de la empresa y disminuir sus gastos.
Si son declarados culpables, los directivos podrían ser condenados a penas de
hasta 25 años de cárcel, además de a pagar elevadas multas.
Tras este episodio, MCI "está emergiendo gracias a un nuevo consejo de
administración y equipo directivo, una posición financiera responsable y una
sólida base de clientes", dijo ayer su presidente y consejero delegado,
Michael Capellas, que llego a la firma tras
dirigir Compaq y fusionarla con HP "Este
es un día simbólico para los empleados de MCI, quienes mantuvieron su compromiso
de servir a nuestros clientes. Siento un gran orgullo por todo lo que logramos
juntos", añadió.
Para salir de esta situación, MCI ha tenido que adoptar
algunas medidas traumáticas para reducir las deudas y los gastos, entre ellas la
venta de algunos de sus negocios y la presentación de expedientes de regulación
de empleo. Así, el pasado mes de marzo anunció una
reducción de plantilla de unos 4.000 empleados, y llegó a un acuerdo con
Teléfonos de México (Telmex) para venderle su participación en la brasileña
Embratel por 360 millones de dólares. Esta venta, no
obstante, está sujeta a la aprobación definitiva de las autoridades, dado que
accionistas minoritarios de Embratel y un consorcio interesado en la empresa
impugnaron la operación.
En la última semana, los directivos de la empresa han
negociado el levantamiento de la quiebra con los acreedores, que han accedido a
reducir entre un 10 y un 15 por ciento el importe de la deuda, que totalizaba
41.000 millones de dólares.
Tras la salida de la bancarrota, la empresa -con sede en
Ashburn, en el estado de Virginia- ha empezado a pagar su deuda a los acreedores
mediante la entrega de títulos y de dinero en efectivo.
Desde hoy, además, la empresa cuenta con un nuevo nombre, MCI,
dado que se decidió eliminar el de WorldCom para tratar de distanciarse del
escándalo."Volvemos con un nuevo consejo de administración y un nuevo equipo de
dirección, finanzas saneadas, activos sin igual, una base sólida de clientela y
una calidad de servicio sin equiparación en el sector", dijo su presidente.
Durante las próximas semanas, el grupo se dedicará a potenciar su labor
comercial, con el lanzamiento de nuevos productos y servicios. |