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La BSA responde a declaraciones de Juez del Tribunal Supremo en la que justifica índices de piratería por el precio del software legal
Publicamos a continuación una carta abierta de la BSA en la que se responde a una intervención realizada por un magistrado del Tribunal Supremo en la que se considera que son los altos precios del software los que inducen a la piratería. 

 
 
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Carta abierta al ILMO. Magistrado del Tribunal Supremo D. Carlos Granados

Ilmo. Sr:

Desde la asociación que presido hemos leído con preocupación el artículo publicado por Agencia EFE el pasado 16 de junio, en el cual se resumía la conferencia sobre delitos contra la propiedad intelectual pronunciada por su Ilma. en Melilla, en el marco de las XI Jornadas de Derecho “Enrique Ruiz-Vadillo”.

Nos gustaría atribuir las informaciones vertidas en dicho artículo a una incorrecta transcripción periodística del contenido de su conferencia; no obstante, los argumentos en el mismo incluidos no pueden dejar de ser contestados por quienes dedicamos nuestros esfuerzos a luchar por el respeto a la ley, objetivo que compartimos con el poder judicial.

Justificar el alto índice de piratería de software por los precios aplicables a su adquisición lícita, es un argumento de poca consistencia, tanto desde el punto de vista jurídico, como del de los propios hechos.

El fundamento de la propiedad intelectual estriba en la protección de la creatividad humana, atribuyendo a quien contribuye con su esfuerzo al progreso social, la capacidad de decidir cómo y en qué condiciones se divulga y explota su obra. Y este es un principio fundamental en toda sociedad civilizada: que cada uno pueda ser retribuido por el fruto de su esfuerzo.

Dicha posibilidad es especialmente importante en el ámbito de los programas de ordenador. El proceso de creación de un programa de ordenador implica la necesidad de invertir grandes esfuerzos, tanto en recursos materiales como humanos: equipos de personal cualificado, como analistas y programadores, que diseñan, desarrollan y ejecutan los procesos de elaboración de los programas; equipos informáticos necesarios para su proceso de creación y desarrollo; y una constante reinversión en evolucionar dichos programas puesto que, siendo un mercado tan competitivo, la no evolución significa la desaparición.

Huelga resaltar los efectos beneficiosos que todo ese esfuerzo implica, en especial desde el punto de vista de creación de riqueza y de puestos de trabajo. No en vano, y a pesar de la piratería, el sector de las tecnologías de la información contribuye en un 4.8 % al PIB de nuestro país, y es precisamente eso lo que está en juego por culpa de la piratería: la creación de riqueza y de puestos de trabajo.

El fenómeno de la piratería de software no se debe a los precios de los programas de ordenador, sino a la facilidad que éstos pueden ser copiados, como nuestra propia legislación ha reconocido, al estar basados en tecnología digital. Dicho en otras palabras, para piratear un programa puede bastar el pulsar una tecla, cuestión que hace que tal infracción sea fácil de cometer y difícil de perseguir. Prueba de ello es que otro tipo de obras protegidas por la normativa de propiedad intelectual (música, películas, etc…) han experimentado auges espectaculares en sus índices de piratería cuando se ha generalizado su digitalización, siendo en la actualidad sus precios similares a los que tenían cuando eran distribuidos en formatos no digitales.


Por desgracia, la industria del software siempre se ha tenido que enfrentar a este problema, puesto que los programas de ordenador están basados, por naturaleza, en la tecnología digital. A pesar de ello, y por el constante esfuerzo de asociaciones como la nuestra, por la enorme dedicación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en la persecución de estos delitos, y por la cada vez más eficaz aplicación de la ley por parte de la justicia, se ha conseguido que el índice de piratería se haya reducido desde el 89% para 1994, a un 47% para el año 2002.

En definitiva, y si me permite su Ilma. el ejemplo, justificar el fenómeno de la piratería por unos presuntos altos precios, equivaldría a justificar el robo de coches de lujo por su elevado coste. Claro que la diferencia entre ambos es que, para robar un coche hay que hacer fuerza en las cosas y correr elevados riesgos, mientras que para piratear un programa de ordenador puede bastar con pulsar un botón en el propio domicilio. En resumen, el precio de un bien nunca puede justificar su robo.

Es nuestro deseo que la administración de justicia siga mejorando en la persecución de esta lacra social que es la piratería, puesto que, lamentablemente, es el recurso más eficaz para combatirla.

Atentamente


Luis Frutos
Presidente de Business Software Alliance España.



 


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domingo, 25 mayo 2014

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