A menos de seis semanas para las elecciones de EE.UU., es una
incógnita si las máquinas que usará un tercio de los votantes causarán un fiasco
como el de 2000, con la discusión sobre la validez del escrutinio de los votos
en Florida.
Quizá la señal más inequívoca de que el caos está a la vuelta de la esquina es
que tanto el Partido Republicano como el Demócrata ya tienen una legión de
abogados listos para las elecciones.
Estos resultados podrían ser tan controvertidos como los de hace cuatro años,
cuando los medios internacionales hicieron amplio uso del calificativo
"república bananera" para definir el surrealismo del recuento de votos en
Florida.
Las máquinas perforadoras de papeletas protagonizaron gran parte de aquel
desaguisado; las máquinas electrónicas, que se parecen a un cajero automático,
se añadirán ahora al lío electoral, con el inconveniente de que su uso estará
más extendido (también en los estados considerados clave).
Unos 50 millones de votantes -un tercio del electorado- utilizará estas máquinas
el 2 de noviembre, según la consultora Election Data Services.
Expertos informáticos de todo el país y grupos como Electionline.org llevan
meses protestando por los graves problemas de seguridad de unas máquinas que son
vulnerables a ataques informáticos y no dejan un registro en papel, es decir, no
será posible hacer un recuento manual en caso de necesidad.
Para añadir leña al fuego, la empresa Diebold, el principal fabricante de estos
aparatos, ha realizado donaciones por cerca de medio millón de dólares al
Partido Republicano desde el año 2001, según un estudio elaborado por
Electionline.org.
El presidente de esta empresa ya estuvo envuelto en la controversia cuando
declaró que su negocio se comprometía a "ayudar a Ohio a llevar los votos
necesarios al presidente" George W. Bush.
El directivo realizó estas declaraciones justo cuando la compañía pujaba en el
concurso público para proveer con estas máquinas a Ohio, uno de los estados
clave en la elección.
Por si esto fuera poco, expertos informáticos han advertido repetidamente de que
el software de Diebold, que además llegó a filtrarse en la red, contiene
numerosos "agujeros" en su código por los que se podrían colar los virus.
Diebol no es la única empresa que se arrima a los partidos: Election Systems &
Software y Sequoia Voting Systems, otros dos fabricantes, contribuyeron a la
causa demócrata con sendas donaciones, según Electionline.org.
En lo que respecta al funcionamiento de estos aparatos, se han producido ya
casos que ilustran errores que en otras circunstancias menos graves provocarían
la risa: en unas elecciones locales de Indiana, 5.352 votantes produjeron
144.000 votos.
En Virginia ocurrió lo contrario y las máquinas sustrajeron misteriosamente los
votos, mientras que en California las máquinas han sido certificadas,
descertificadas y vueltas a certificar, sin que haya concluido el debate público
en torno a su uso.
Según la revista "The Economist", las máquinas tragaperras de los famosos
casinos de Atlantic City, en Nueva Jersey, tienen más supervisión por parte del
Gobierno que las máquinas de voto, que a efectos prácticos no tienen ninguna,
puesto que son los mismos fabricantes los que se encargan de verificarlas.
Andy Stephenson, del grupo "Black Box Voting", dijo el miércoles que "una
persona sin escrúpulos y sin ningún conocimiento de informática puede sabotear
una elección".
Una posibilidad que está en la mente de numerosos ciudadanos: una encuesta de la
firma Findlaw revela que cuatro de cada diez votantes creen que las máquinas
electrónicas podrían dar problemas, y el 42 por ciento teme una posible
manipulación de los resultados.
Como gusta decir a Doug Chapin, director de Electionline.org, "los bosques no
están necesariamente más secos en 2004, pero hay más gente con cerillas".
Dicho de otra manera, las máquinas vienen precedidas de sospechas y dudas.
Dentro de poco se verá si están justificadas |