Agencias - El "voto oculto", es decir aquel que las encuestas
no pueden contabilizar porque, por ejemplo, los posibles votantes sólo tienen
teléfonos celulares, podría dar, según los expertos, alguna sorpresa el dos de
noviembre.
"Las regulaciones vigentes impiden que las firmas de sondeos encuesten a
aquellas personas que sólo usan teléfono móvil y no tienen línea fija, lo que
podría inducir a error", dijo a EFE Michael Brick, especialista en metodología
de la firma Westat, con sede en Maryland.
Brick cree que, además, el sistema utilizado para definir a los "probables
votantes" y la participación "relativamente baja" en los sondeos -entre el "20 y
el 35 por ciento, en el mejor de los casos"- "puede también estar distorsionando
los resultados de las encuestas".
Sin embargo, Erik Nielsen, portavoz de Gallup, rebajó, en declaraciones a EFE,
las posibilidades de que ese hecho vaya a inducir a errores serios.
"Sólo el 3,6 por ciento de la población utiliza exclusivamente móvil", dijo
Nielsen, quien indicó que el porcentaje "no es lo suficientemente alto, ni lo
suficientemente homogéneo, como para distorsionar los sondeos o alterar las
elecciones".
Un informe elaborado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades
confirma la cifra del 3,6 por ciento aportada por Nielsen, aunque apunta que el
porcentaje es del 6,8 por ciento entre los jóvenes de 18 a 24 años, el grupo
que, según la propia Gallup, está más dispuesto a votar por el demócrata John
Kerry.
Los modelos de posibles votantes se basan en patrones históricos y otorgan una
mayor probabilidad de voto a aquellos que participaron en comicios pasados, un
sistema que los expertos creen que podría no funcionar este año.
Curtis Gans, director del Comité para el Estudio del Electorado Estadounidense,
organización no partidista con sede en Washington, apunta que "entre 12 y 15
millones que no votaron en 2000 lo harán este año", debido al esfuerzo de
movilización de ambos partidos y a la "polarizadora" figura de Bush.
Funcionarios gubernamentales de Wisconsin, Washington y Virginia Occidental,
entre otros estados, creen, al igual que Gans, que la participación será alta en
estos comicios y superará el 51 por ciento que se registró en 2000.
Muchos de esos potenciales nuevos votantes estarían fuera del radar de los
sondeos, lo que podría resultar nefasto ya que gran parte de ellos viven en
estados clave como Ohio, Wisconsin, Pensilvania y Florida, que será donde al
final se decidan las elecciones.
Según Donald Green, politólogo de la Universidad de Yale, partidos políticos y
grupos activistas han gastado unos 200 millones de dólares este año en
identificar votantes y convencerlos para que acudan a las urnas.
Green apunta que la mayor parte de ese dinero ha ido a parar a 18 estados clave,
lo que podría hacer que la participación en esas zonas suba hasta 8 puntos
porcentuales.
Republicanos y demócratas siguen de cerca esta creciente interés por el "votante
oculto".
Los estrategas demócratas aseguran, aunque con cautela, que ese "voto oculto"
fuera del radar de los sondeos favorece a Kerry.
Los portavoces de la campaña republicana, por su parte, niegan que eso sea
cierto y apuntan que las cifras de registro de votantes de sus rivales
demócratas están infladas.
En lo que ambos partidos están de acuerdo es en señalar que la clave de estas
elecciones está en conseguir que los estadounidenses acudan a las urnas. Los
esfuerzos del grupo prodemócrata America Coming Together sirven para ilustrar el
bombardeo que tienen que soportar este año los sufridos votantes.
La organización se ha comprometido a llamar esta semana cinco veces a los nuevos
votantes que se han registrado en los estados clave para pedirles que cumplan
con su deber ciudadano el 2 de noviembre.
Los electores sobreviven como pueden la presión, a la que se suma la avalancha
de encuestas -más de 100 en la última semana-, que contribuyen a alimentar la
incertidumbre que provocan los reiterados empates técnicos en los que los
sondeos colocan a los candidatos.
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