Un estudio elaborado por analistas de esta Fundación asegura que algunas de las
compañías de telecomunicaciones que han decidido apostar por ese nuevo negocio
agotarán incluso los periodos asignados en sus licencias antes de recuperar sus
inversiones.
La subasta de licencias de UMTS (tecnología utilizada por la 3G) en Europa
costó en el año 2000 a las empresas del Viejo Continente más de 100.000 millones
de euros.
Los expertos explican que estas "elevadísimas inversiones" se fundamentaron
en unas previsiones "tan alejadas de la realidad como suponer que en 2004
habría 10 millones de usuarios de 3G en Alemania", cuando en realidad las
operadoras acaban de presentar el nuevo servicio y apenas tienen abonados
todavía.
Estos analistas supeditan el despegue definitivo de la nueva tecnología a la
comercialización de una "masa crítica de terminales adecuados" y a la
aparición de "contenidos atractivos, baratos y fácilmente accesibles en
dispositivos de uso sencillo".
Advierten de que en España, de las cuatro compañías adjudicatarias de
licencias UMTS, Telefónica Móviles, Vodafone, Amena y Xfera, sólo las dos
primeras han comenzado a comercializar "tímidamente" terminales 3G en marzo de
2004, por lo que "todavía se está lejos de poder hablar de cuotas de mercado
o modelos de negocio establecidos".
Respecto a España, el informe también recuerda que el Gobierno ha optado por
flexibilizar los compromisos de las operadoras en cuanto a los plazos y la
cobertura del servicio, pero subraya que las compañías todavía están obligadas a
invertir un total de 11.200 millones en los diez primeros años de la prestación
del servicio de telefonía móvil de tercera generación.
Al margen de las dificultades y retrasos en la puesta en marcha de la 3G, el
estudio de la Fundación de la Innovación Bankinter destaca que la nueva
tecnología permitirá crear la "navaja suiza de las telecomunicaciones".
Los expertos emplean este calificativo para referirse a un dispositivo móvil
que podrá servir de cámara, de medio de pago, de ordenador personal, de agenda,
de GPS, y de reproductor de contenidos audiovisuales, además de teléfono.
No obstante, avisan de que, si no acaban de converger aparatos como los
teléfonos móviles y las agendas electrónicas o PDAs, podría llegar a plantearse
al usuario el dilema de tener que decidir entre dispositivos de voz y otros de
datos.
Apuntan la conveniencia de que los fabricantes y las operadoras "se pongan
de acuerdo en unos o varios estándares, no sólo de sistemas operativos, sino
también de formatos de hardware, de sistemas de seguridad y de lenguajes de
programación".
De hecho, operadoras y empresas de la industria de telefonía móvil de todo el
mundo ya se han unido recientemente en una iniciativa denominada Open Mobile
Terminal Platform (OMTP), cuyo objetivo es desarrollar una plataforma de
software común de terminales.
Los expertos de la Fundación de la Innovación Bankinter también abogan por la
participación de los poderes públicos en la "homogeneización de las reglas de
juego".
A este respecto, opinan que el sector público se ha limitado hasta ahora "a
controlar el espectro radioeléctrico y a recaudar el elevado peaje que las
operadoras se han visto obligadas a pagar en las millonarias subastas de las
licencias, y cuyo retorno a la inversión ahora es un reto más a superar",
informa EFE |