Pero no es sólo un buen negocio para las empresas que venden los
tonos, sino también para los propietarios de las páginas web y, gracias a las
licencias, también para los compositores y las editoriales musicales. A los que
no les afecta este boom es a las empresas discográficas, ya que ellas sólo ganan
con las grabaciones originales y no con las reproducciones electrónicas.
Por ello, el sector apuesta por la nueva generación de móviles que no sólo
pueden reproducir música instrumental, sino los llamados tonos reales, como los
reproductores de MP3, es decir, fragmentos de grabaciones originales. Y en
lucrativo mercado es en el que los directivos discográficos quieren embolsarse
el 10% de sus ventas para 2006 con su «servicio de fragmentos».
A largo plazo, el móvil se ve como el walkman del futuro, con canales de
distribución integrados para música MP3. Y con Musicload o iTunes las canciones
cuestan un máximo de 1,79 euros, lo que resulta barato comparado con los 3 euros
de los tonos «reales». Con ello, las empresas que los venden quieren acostumbrar
a sus clientes a los precios futuros de la descarga de música. |