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Oscar Romero - En las siguientes líneas, te contamos la manera de
detectar si el problema se encuentra en el microprocesador, en la fuente de
alimentación o en la placa base.
Microprocesador
El
microprocesador es un componente que, dada su estructura, no tiene muchas
opciones de reparación. Imagínense que si un grupo de los millones de
transistores entrara en cortocircuito, sería imposible acceder a ellos para
reemplazarlos. De todas formas, hay una serie de factores externos que afectan
su funcionamiento y que, aunque no siempre llegan a dañarlo, generan síntomas
muy diversos.
Problema: el equipo se torna inestable; en un principio, puede presentar
cuelgues en aplicaciones que requieren mayores capacidades, pero luego, la
circunstancia se repite aun frente a las tareas más simples. Otros síntomas que
aparecen son el reinicio repentino, pantallas azules al azar, errores de lectura
de disco y disminución notable del rendimiento.
Causa: como todos sabemos, el micro es refrigerado por un conjunto de
disipador y turbina denominado cooler. Esta turbina utiliza un sistema de giro
basado en una pequeña bobina y un eje de rotación. El polvillo y la humedad
ambiental afectan en gran medida este sistema, ya que se impregnan en el eje y
provocan un efecto de frenado que disminuye su capacidad de manera considerable.
Esta situación eleva la temperatura de trabajo y genera los inconvenientes que
aquí describimos. Muchos de los cuelgues y reinicios son motivados por el propio
micro, como modo de protección para prevenir males mayores, cosa que no siempre
puede evitarse. Por eso, es aconsejable actuar de inmediato ante las primeras
señales.
Solución: Primero debemos corroborar si esta situación es la que está
generando el problema. El Setup de muchas placas bases incorporan una página
donde se informa la velocidad de rotación de la turbina y la temperatura del
microprocesador.
Otra alternativa para verificar estos parámetros es utilizar un software
como Hardware Sensors Monitor (www.hmonitor.com/Spanish). Si la velocidad de
rotación es inferior a las 3000 RPM y la temperatura supera los 60º C, será
entonces el momento de actuar.
Primero quitamos la turbina (por lo general, sostenida al disipador con
cuatro tornillos); observaremos el eje de rotación en su parte inferior, oculto
bajo un pequeño tapón de goma.
Una vez al descubierto, aplicamos una gota de aceite de máquina y giramos
manualmente las paletas, de manera que éste se impregne a lo largo de todo el
eje. Luego retiramos el disipador y aplicamos una pizca de grasa siliconada en
la cara que hace contacto con el micro (la cual ayuda a transmitir el calor
entre ambos), en caso de que ya no haya más o esté reseca. Armamos todo y
efectuamos otra medición de la temperatura y la rotación.
Placa Base
Es
el turno ahora de referirnos a fallas que afectan el funcionamiento básico de la
placa Base.
Problema: el síntoma puede ser muy similar al descrito en los casos de
exceso de temperatura en el microprocesador o en la placa de video. El equipo
sufre cuelgues o reinicios inesperados, pantallas azules en Windows o, incluso,
errores en la copia de archivos. Pero en este caso se suma la presencia de un
extraño olor que surge del gabinete, similar al de un postre que se está
quemando en el horno.
Causa: un componente electrónico característico en las PCs es el
denominado “capacitor electrolítico”. Este pequeño cilindro tiene la capacidad
de almacenar y administrar corriente eléctrica para determinados fines. Recibe
su nombre de un ácido que lo compone, llamado “electrolito”. El problema de
muchos motherboards es la mala calidad de los capacitores, que con el tiempo
tienden a hincharse y derramar el ácido por su parte superior, lo que genera el
olor mencionado. Esto provoca diversos inconvenientes en la correcta
distribución de energía a las distintas partes del motherboard.
Solución: haciendo un recorrido visual por la placa, podremos observar
a simple vista los capacitores afectados, ya que habrá un líquido marrón que
brota de su parte superior y una notable hinchazón del cilindro. Para
reemplazarlos, debemos tomar dos datos que determinan su característica:
capacidad y voltaje.
La primera se mide en microfaradios (uf), y la segunda, en voltios (v).
Ambos datos se encuentran impresos en el mismo cilindro, de la siguiente manera:
3.3uf x 10v (estos valores, a modo de ejemplo).
A su vez, un símbolo (-) repetido varias veces indica cuál de las dos
patas de conexión corresponde al polo negativo. Una vez que identificamos todos
los capacitores, procedemos a reemplazarlos haciendo uso de un soldador con
punta de cerámica, un extractor de estaño y alambre de estaño. Esta operación
debe hacerse con mucho cuidado, ya que si trabajamos de la forma inadecuada,
corremos serios riesgos de dañar las pistas de la placa. Por otro lado, los
reemplazos deben concordar a la perfección con los componentes originales, los
cuales podemos adquirir en cualquier comercio de electrónica.
Fuente de alimentación
La
fuente de alimentación es, tal vez, la parte más enigmática de la PC, dado que
es una de las pocas que funcionan por sí solas. No requiere drivers y ni
siquiera es detectada por Windows como un componente del equipo. Quizá por eso
mismo pasa casi inadvertida, cuando en realidad se trata de un elemento clave
para el trabajo general.
Problema: el inconveniente se presenta, por lo general, luego de realizar
una actualización. El equipo comienza a reiniciarse o a apagarse en forma
inesperada. Es muy probable que también se “cuelgue” en medio de un trabajo o
notemos que algunas unidades dejan de operar sin motivo aparente. Todo esto es
acompañado por un olor proveniente del gabinete, muy similar al que describimos
en el caso de los capacitores dañados en el motherboard.
Causa: las fuentes de alimentación tienen una capacidad de trabajo
preestablecida de fábrica. Dicha capacidad se mide en Watts (W) y se determina
sobre la base del consumo máximo que es capaz de soportar, por parte de todos
los elementos que de ella reciben energía. El problema surge cuando se actualiza
el equipo, ya que, por lo general, los fabricantes utilizan gabinetes que
incorporan fuentes con capacidades que apenas son suficientes para abastecer la
configuración inicial. Es común, entonces, encontrar equipos a los que se fueron
incorporando grabadora de CDs y DVDs, placa aceleradora, dos discos rígidos y
mucho elementos más, y que siguen alimentados apenas por una fuente de 250 W. Y
entonces surge el problema, ya que los capacitores y transistores reguladores no
resisten semejante carga y literalmente “revientan”. De ahí el olor que se
describe.
Solución: en este caso, no hay solución aplicable a la fuente en sí,
ya que su capacidad de trabajo se ve totalmente desbordada. Recomendamos,
entonces, reemplazarla de inmediato por una fuente con una capacidad no menor a
400 W.
Problema: en este caso, la fuente corta por completo el suministro de
energía, por lo que el PC no muestra actividad alguna, ni tampoco lo hace la
turbina extractora de aire. Para esta circunstancia en particular, la única
verificación real que podemos efectuar es encender la fuente manualmente, y con
un téster en la función de voltímetro, medir la salida de tensión de cualquiera
de las fichas que alimentan las unidades. Éstas poseen cuatro cables: uno rojo,
dos negros y uno amarillo. El cable rojo debería proveer unos 5 voltios; los
negros, como son masa, no deberían tener corriente; y el amarillo, 12 voltios.
Si no detectamos la presencia de corriente, es el momento de sacar la fuente y
efectuar un cambio, o ver si es posible repararla.
Causa: no es muy simple determinarla. La corriente eléctrica suele tener
fluctuaciones muy amplias, capaces de dañar un componente de estas
características. Por fortuna, el sistema conmutado que incorporan las fuentes
para PC evita en gran parte que ésta se traslade a las partes internas.
Solución: si usamos un téster en la función de óhmetro, podremos medir
la continuidad entre ambas patas del fusible. Si ésta no existe, estamos en
presencia de un corte, que también se puede apreciar con sólo observar el hilo
conductor en su interior. La solución en este caso es el reemplazo del fusible
por otro de idénticas características.
Otras soluciones en todos los casos descritos son más simples si no nos
atrevemos a realizar "bricolaje informático", llevamos el ordenador a un
servicio técnico para que nos reparen la avería detectada.
Pero al menos tendremos la seguridad de que los problemas no provienen del
sistema operativo o de una aplicación mal instalada sino que son inherentes a la
propia estructura del equipo. |