Personas que fueron desalojadas a consecuencia del huracán Katrina,
disfrazadas, circundaban un ataúd. Había una marioneta de un ave fénix
renaciendo de las cenizas, el mismo símbolo empleado en el desfile después de
los ataques terroristas del 11 de septiembre.
Y como representación del futuro de Nueva Orleáns estaba el trompetista Glenn
Hall III, de 10 años, cuyo hogar fue destruido por la tormenta.
"Esto es magnífico. Es como si fuera famoso", dijo Glenn, luciendo un esmoquin
antes del desfile. Ya en el carro alegórico hacía sonar su trompeta con
confianza y saludaba a la multitud.
"Con Glenn tocando esta noche, al menos Katrina provocó algo bueno", dijo su
abuela, Landa Bunch. "Perdimos todo excepto el uno al otro y a Dios".
A Hall se le unió la banda Hot 8 Jazz de Nueva Orleáns, cuyas armonías de
metales llenaron uno de los eventos clásicos de Nueva York con el sonido de la
ciudad del jazz.
"Cuando empezamos a pensar sobre el desfile de este año y lo que le había
ocurrido a Nueva Orleáns, nos dimos cuenta que eramos dos ciudades que habían
experimentado un trauma", dijo la directora del desfile, Jeanne Fleming.
"Después de toda la tristeza que pasó Nueva Orleáns, no habían podido efectuar
su funeral con música de jazz. Nos dimos cuenta que nosotros podíamos
proporcionar el lugar", agregó.
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