Google anunció en agosto la interrupción del proceso hasta noviembre con el
propósito de dar tiempo a las editoriales a que notificasen específicamente qué
volúmenes no quieren que sean escaneados.
Los portavoces de la compañía no han querido revelar cuántas editoriales
pidieron que se les excluyera del programa, aunque sí han señalado que las
peticiones abarcan a un número relativamente pequeño de libros.
Adam Smith, director del programa Google Print, señaló que por el momento la
compañía se centrará principalmente en libros viejos y fuera de circulación de
las colecciones de la Universidad de Stanford y de Michigan.
A medida que avance el proyecto, el buscador comenzará a escanear libros más
nuevos y probablemente sujetos a los derechos de propiedad intelectual.
Se trata de un proyecto que tiene tantos admiradores como detractores.
Entre estos últimos se encuentra la Asociación Estadounidense de Editoriales
(AAP, por sus siglas en inglés), que interpuso hace unas semanas una demanda en
la que acusaba a la compañía de quebrantar la ley de propiedad intelectual.
La AAP siguió los pasos de la Asociación de Autores, una organización que
representa a 8.000 escritores y que denunció ante los tribunales al buscador en
septiembre.
Otros grupos, como la Asociación de Editoriales Universitarias de EEUU,
también han criticado el proyecto.
El proyecto busca crear una gran biblioteca virtual donde se alojarían
volúmenes de las principales universidades de EEUU, así como la Biblioteca
Pública de Nueva York y la de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido.
Este acuerdo, que pondría a disposición del usuario por medio de la red unos 15
millones de libros, no tiene parangón.
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