El trabajo, realizado por expertos de centros académicos y científicos como
el Instituto Nacional del Cáncer, el Centro para el Control y la Prevención
de Enfermedades y la Universidad de Harvard, evaluó tres aspectos clave: la
frecuencia de lectura de noticias médicas o sanitarias, la credibilidad que le
otorgan los usuarios a las distintas fuentes y el lugar que ocupa cada una de
ellas en sus preferencias. Los cuestionarios se completaron a través de
entrevistas telefónicas llevadas a cabo entre octubre de 2002 y abril de 2003
(por eso decíamos que hay que tener en cuenta la antigüedad del sondeo,
actualmente es mucho mayor la cantidad de personas con acceso a Internet desde
diferentes ámbitos). La muestra incluyó a 6.369 personas mayores de 18 años. El
Centro Nacional del Cáncer de EEUU repetirá el estudio cada dos años para
controlar los cambios que se registren en los hábitos de consumo de información
médica. Publicado en la revista médica Archives of Internal Medicine,
el trabajo indica que el esquema de difusión de información de salud se ha
modificado y gira actualmente en torno a dos ejes: Internet y los profesionales
de la salud. Los médicos son quienes tienen mayor credibilidad: el 93% de los
consultados afirma tener mucha o bastante confianza en la información que le da
su médico, mientras que el resto de las fuentes (Internet, diarios, revistas,
radio y televisión) rondan un nivel de confianza del 65%. El perfil del
internauta corresponde a una mujer joven, con educación superior y nivel de
ingresos medio o elevado, y la gran novedad de esta investigación es que
Internet tiene un rol protagónico sobre el resto de medios, cuando se trata de
buscar de forma activa información sobre salud. Al preguntar a los encuestados
a dónde acudirían si quisieran documentarse sobre una enfermedad concreta (en el
sondeo era cáncer), el 49, 5% asegura que preguntaría primero a su especialista.
Salvo Internet, el resto de fuentes posibles apenas aparecen en las respuestas.
Interrogados sobre el medio elegido finalmente en los últimos 12 meses para
documentarse sobre un trastorno, la Red fue claramente el elegido, muy destacado
del resto.
Aquéllos entre 18 y 34 años, el sector de la población con mayor confianza en
Internet, eran nueve veces más proclives a navegar por sitios de salud que a
preguntar a un especialista (61% frente a 7,1%). En la población mayor de 65
años, los porcentajes se equilibran (21,4% frente a 20,9%). A la luz de los
resultados, los investigadores identifican una serie de tendencias que a su
juicio deben tenerse en cuenta en los próximos años como factores de cambio en
los hábitos de consumo de información de salud. Los menores de 35 años han
sustituido los medios tradicionales por las páginas de Internet cuando se trata
de informarse de salud. Con el paso de los años, este porcentaje de población
aumenta. Al mismo tiempo, una muestra de los usuarios afirma usar la Web para
recopilar información para otra persona, un indicador de un segundo impacto de
Internet. |