Agencias - El nuevo estudio demuestra que los conductores que hablan
con los pasajeros muestran niveles similares en su concentración para conducir a
los que utilizan teléfonos móviles.
Los investigadores no encontraron diferencias estadísticas en la habilidad para
mantenerse dentro de los límites de las líneas o al volante tanto en los
conductores que mantuvieron conversaciones con sus pasajeros como en los que
usaron sus móviles.
"Esto sugiere que desde el punto de vista de la conducción, el hablar por el
teléfono móvil no es peor que conversar con un pasajero o realizar otra
actividad que pueda distraer", dijo James Sayer, uno de los investigadores
del instituto.
''Desde el punto de vista de la conducción, el hablar por el teléfono móvil no
es peor que conversar con un pasajero''.
Otros peligros: comer, beber y conversar
"Sin embargo, los resultados de nuestro estudio demuestran que muchas
otras conductas, como comer, beber, realizar actividades de aseo y tener
conversaciones con pasajeros son también muy dañinas", agregó.
Sayer y sus colegas Joel Devonshire y Carol Flannagan estudiaron los efectos de
comportamientos secundarios en la capacidad para conducir en tramos sin
complicaciones.
El equipo analizó cientos de vídeos de 36 conductores en automóviles equipados
con cámaras que registraron el movimiento del vehículo y el comportamiento del
conductor durante cuatro semanas.
Más de 45.000 personas mueren cada año en Estados Unidos en accidentes de
tráfico, los cuales, además, dejan más de 2,9 millones de personas heridas.
Según la Dirección Nacional de Seguridad del Tránsito Vial, más del 25 por
ciento de los estadounidenses han estado involucrados en algún accidente de
tráfico en los últimos cinco años.
Las mismas estadísticas muestran que la mayor parte de esos accidentes podrían
evitarse y que la mayoría de los conductores involucrados en ellos está
distraída, cansada o posiblemente ebria.
Según el Gobierno de EEUU, las actividades secundarias más comunes que pueden
distraer a los conductores son la conversación con los pasajeros (81 por
ciento), la atención a la música en el vehículo (66 por ciento), la comida o la
bebida (49 por ciento) y el uso del teléfono celular (25 por ciento).
Más de un tercio de los vídeos del equipo de Michigan mostró que los conductores
realizaban actividades secundarias.
La conversación con otros pasajeros fue la más común (15 por ciento), seguida de
las actividades de aseo personal (6,5 por ciento), teléfono móvil (5 por
ciento), y el comer y beber (2 por ciento).
Mientras que todas las actividades no relacionadas con la conducción del
vehículo fueron vinculadas a un manejo más errático, los investigadores
encontraron que otras manifestaciones, como fluctuaciones de velocidad, uso del
acelerador y comportamiento de control visual (mirar en los espejos, a través de
la ventanilla, etc) arrojaron resultados mixtos.
El uso del teléfono móvil no afectó la variación en la velocidad, pero influyó
en una disminución de la frecuencia y duración de los controles visuales fuera
de la carretera y frente al conductor.
Según el estudio en Michigan, comer y beber tuvo un efecto mínimo en la
capacidad de conducir, excepto por un aumento modesto en variaciones del control
del volante y la frecuencia del control visual, como así también el uso más
frecuente de los frenos.
Se encontraron modelos similares cuando los automovilistas realizaban tareas de
aseo personal, como peinarse.
El estudio también mostró que las mujeres y los conductores de menos de 30 años
son más proclives a iniciar actividades secundarias.
Las mujeres demostraron tener más tendencia a conversar con pasajeros, pero los
hombres tuvieron índices más altos de uso de teléfono móvil y de actividades de
aseo personal. |