Agencias - Cuando faltan poco más de dos semanas para la entrega de los Oscar
dos cosas parecen más difíciles que la victoria: conseguir entradas para la
ceremonia y encontrar niñera para tantos candidatos con familia.
Como cada año, la Academia concederá dos entradas por candidato para asistir el
próximo 5 de marzo a la ceremonia de entrega de estatuillas que tendrá lugar en
el teatro Kodak de Los Angeles.
Y el resto las repartirá entre los miembros de la Academia, cuyas votaciones dan
pie año tras año a esta fiesta del cine y de los profesionales de esta
industria.
Estos últimos obtienen una media de diez pares de entradas por estudio, cuatro
en platea y seis en otros lugares secundarios.
Los miembros de la Academia pueden comprar sus entradas donde quieran, desde 350
dólares el par de butacas en platea hasta 50 dólares por dos butacas lo que se
dice colgados de la lámpara.
Una compra que dependerá de la suerte ya que las entradas de los miembros se
rifarán entre todas las solicitudes presentadas.
El plan suena razonable pero existe un pequeño problema de número.
La capacidad del teatro Kodak es de 3.300 butacas. El número de miembros de la
Academia, sin contar cónyuges, es de unos 6.000.
Y a cinco candidatos en la mayor parte de las 24 categorías premiadas, en muchos
casos como el de mejor película con varias personas reconocidas por candidatura,
el número de invitados aumenta a unas 300 personas más.
"Debería de ser una celebración y al final se trata de una pelea con uñas y
dientes para ver quién va y dónde se sienta", reconoció a la prensa un ejecutivo
que prefirió no dar su nombre no sea que le dejen sin sitio.
Felicity Huffman tiene sitio seguro y en las primeras filas, dedicadas a los que
como ella aspiran a algún premio en su caso en la categoría de mejor actriz por
"Transamerica".
"Voy a los Oscar y no de relleno ni de camarera sino por méritos propios",
confesó exultante a la prensa sin intenciones de perderse la celebración.
La misma alegría sacude a George Clooney, que siempre se negó a participar en
esta celebración hasta que no fuera como candidato.
Esta 78 edición de los Oscar es su revancha, con tres candidaturas como
director, guionista y actor secundario, las dos primeras por "Good Night, and
Good Luck" y la tercera por "Syriana".
"Me siento muy orgulloso de estar invitado a este baile y no pienso perdérmelo
por nada", confesó.
Lo malo no es él sino sus acompañantes. Como afirma el mexicano Rodrigo Prieto,
aspirante a mejor fotografía por "Brokeback Mountain", él tampoco se perderá la
ceremonia con su esposa, Mónica, y espera sentarse con el resto del reparto de
su filme.
"Pero las niñas se tendrán que quedar en casa. Sólo tenemos dos entradas",
reconoció a EFE.
Su preocupación lleva a ese otro problema en una generación de candidatos con
una numerosa prole: el asunto de las niñeras.
Como confesó a la prensa el candidato a mejor actor Heath Ledger, los Oscar
están muy bien pero su mayor deseo es el de quedarse en casa junto a su
compañera, la también actriz y candidata Michelle Williams, para que sean ellos
los que se encarguen de acostar a su recién nacida, Matilda, por la noche.
"Fue lo primero que nos dijeron cuando anunciaron nuestra candidatura, que ya
podíamos buscarnos niñera", bromeó.
Lo mismo ocurre con Reese Witherspoon, madre de dos niños, la mayor de seis y el
pequeño de dos, y candidata a mejor actriz por "Walk the Line".
"Ava no entiende todo el lío. Sólo quiere saber si le vas a traer algo", dijo la
actriz, que se tomó su pasada victoria en los Globos de Oro como "una noche de
fiesta" antes de volver a los pañales.
La situación no siempre transcurre con tanta normalidad.
La única ocasión que Will Smith aspiró al Oscar como mejor actor por "Alí" en el
2002 tuvo que abandonar la ceremonia antes de que anunciaran su candidatura
cuando le avisaron de un problema médico con uno de sus hijos.
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