Agencias
- - El Pentágono estudia la posibilidad de explotar la habilidad de
los tiburones para deslizarse silenciosamente por los océanos y seguir
olores y pistas químicas para utilizarlos como eventuales espías.
Implantando pequeños electrodos en el cerebro de esos escualos para después
guiarlos por control remoto, el Departamento de Defensa de EEUU confía en
encargarles tareas como la de seguir buques extranjeros sin ser detectados,
informa la revista "New Scientist" en su último número.
El proyecto, financiado por la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA),
con sede en Arlington (Virginia), se presentó la pasada semana en una
reunión dedicada a las Ciencias Oceánicas celebrada en Honolulu (Hawai).
Esas investigaciones se basan en tecnología aplicada ya a otros animales,
entre ellos peces, ratas y simios, para controlar sus movimientos, asegura
la publicación.
Según Walter Gomes, del Centro de Guerra Naval Submarina de Newport, en
Rhode Island (EEUU), el próximo paso consistirá en colocar los implantes en
tiburones azules y soltarlos en el océano cerca de las costas de Florida.
Otro grupo, dirigido por el profesor Jelle Atema, de la Universidad de
Boston (EEUU), ha utilizado implantes en el centro olfatorio del cerebro
para "teledirigir" mediante señales de radio enviadas desde un ordenador
portátil los movimientos de un tiburón pequeño en un gran depósito de agua.
Los implantes neurales consisten en electrodos que se colocan en el cerebro
del animal y que pueden utilizarse para estimular las zonas que gobiernan
distintas funciones.
En el experimento de Boston, los electrodos estimulan el centro olfatorio
derecho o izquierdo, lo que hace que el pez se dirija hacia un lado u otro
en respuesta a la señal.
Las señales de radio no penetran en el agua, por lo que los ingenieros
navales quieren comunicarse con los animales utilizando sonar enviado desde
torres acústicas, agrega la publicación.
Las torres, instaladas ya en las costas de Florida, pueden transmitir
mensajes a un tiburón hasta una distancia de doscientas millas náuticas.
Los científicos han diseñado un receptor de sonar en forma de rémora, ese
pez marino que con frecuencia se adhiere a los tiburones.
Otros expertos trabajan actualmente en implantes destinados a registrar la
actividad cerebral en tiburones a fin de comprender mejor cómo los olores o
los campos eléctricos y magnéticos actúan sobre las neuronas.
Todas esas señales ayudan a navegar a los peces, por lo que en teoría
podrían ser manipuladas por los militares para labores de espionaje bajo el
agua.
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