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Agencias .- El demócrata Russ Feingold presentará hoy en el Senado una
"resolución de censura" contra el presidente estadounidense, George W. Bush, por
su programa de escuchas secretas que previsiblemente mermará aún más su
popularidad.
La citada resolución, que de salir adelante se traduciría en una reprimenda
formal por parte del Congreso, es una medida extrema que se aprobó sólo en una
ocasión en la historia de EEUU, al emplearse contra el presidente Andrew Jackson
en 1834.
La noticia cayó como un jarro de agua fría entre los republicanos, que se
apresuraron a desautorizar la medida y a pronosticar que está abocada al
fracaso.
"La decisión del senador Feingold no sólo es perjudicial para los que luchan
incansablemente para proteger a EEUU, sino que envía el mensaje equivocado a
nuestros enemigos", aseguró en un comunicado emitido el domingo Tracey
Schmitt, portavoz del Comité Nacional Republicano.
Por su parte, Bill Frist, líder de la mayoría republicana en el Senado, calificó
la medida de "un loco movimiento político" que debilitará a EEUU en tiempos de
guerra.
El diario "The New York Times" fue el primero en revelar en diciembre pasado la
existencia del programa de escuchas, que prescinde de la autorización judicial
preceptiva y cuya ejecución está a cargo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
La citada agencia espía llamadas internacionales y correos electrónicos de
residentes en EEUU sospechosos de terrorismo.
Grupos de defensa de los derechos humanos, la oposición demócrata y algunos
republicanos han tachado el programa de ilegal.
Una ley de 1978 prohíbe las escuchas en territorio estadounidense a menos que
cuenten con la autorización de un tribunal especial.
Bush argumenta que su autoridad como comandante en jefe y una autorización del
Congreso del 2001 le otorgan el poder para llevar a cabo el programa, que
comenzó poco después de los atentados de septiembre del 2001 en EEUU.
La resolución de Feingold mantiene que el presidente "engañó de forma reiterada
al público" antes de verse obligado a hablar sobre las escuchas, al indicar que
su gobierno dependía de autorizaciones judiciales para grabar a presuntos
terroristas.
El audaz paso del senador de la oposición llega cuando John Conyers, el
demócrata de mayor rango en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes,
aboga a favor de una legislación que pediría al Congreso que determine si
existen motivos para emprender un proceso de destitución ("impeachment") contra
Bush.
El "impeachment" es el mecanismo constitucional por el cual la Cámara de
Representantes examina las denuncias que pueden justificar la destitución
presidencial. Tras el examen, la Cámara decide si somete el asunto al Senado,
que es finalmente el que decide.
Feingold es uno de los representantes de la oposición más críticos con la Casa
Blanca.
Fue el primero en pedir que se estableciese un calendario para la retirada de
Irak y el único senador que votó en contra de la Ley Patriota en 2001, que
amplió los poderes policiales contra presuntos terroristas, y los mecanismos
legales para espiar a los ciudadanos.
Su última maniobra política coincide con momentos bajos para Bush, que
probablemente se verá acosado esta semana desde múltiples frentes ante la
proximidad del tercer aniversario de la invasión de Irak por tropas
estadounidenses, que se cumple el próximo domingo.
Lejos de amilanarse, Bush vuelve a la carga con una nueva batería de discursos
sobre la guerra de Irak que estrena hoy en la George Washington University.
La campaña busca "poner al día" a los estadounidenses sobre lo que Bush
considera "progreso" en Irak.
El presidente, que durante el fin de semana se mostró optimista sobre el futuro
de Irak y excluyó el riesgo de guerra civil, pronuncia el primero de sus
discursos sólo un día después de que varios atentados se cobrasen la víctima de
40 personas en el país árabe, en la que fue la jornada más sangrienta de las
últimas semanas.
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