Agencias - La producción del primer año de 50 unidades de este exclusivo
vehículo ya está vendida a una clientela muy selecta y con un poder adquisitivo,
sin duda, muy elevado.
Su carrocería monocasco de fibra de carbono pesa sólo 80 kilos: sus medidas son
4,46 metros de longitud, 2,0 metros de una anchura y 1,20 metros de altura, con
una distancia entre ejes de 2,7 metros.
El motor pesa 500 kilos, tiene un cubicaje de ocho litros, está formado por dos
bloques de ocho cilindros situados en un ángulo de 90 grados y cuenta con la
ayuda de cuatro turbos. Puede ser aprovechado para un futuro coupé de grandes
dimensiones.
La potencia será de, al menos, 1.001 caballos, con un par motor monstruoso de
1.250 Nm, que será trasladado a las cuatro ruedas mediante un cambio de siete
velocidades fabricado en Gran Bretaña que pesa 120 kilos y va acoplado a un
embrague de doble acción, similar a los que produce VW para modelos más
mundanos.
Esta mecánica podrá catapultar al Bugatti, con un peso en torno a los 1.950
kilos, en menos de tres segundos a los 100 kilómetros por hora, en parte gracias
a la tracción a las cuatro ruedas, que asegurará un mejor agarre.
Para evitar problemas de estabilidad a velocidades inusuales, el fabricante
ha concebido tres niveles de altura de la carrocería mediante un regulador
hidráulico de altura.
En condiciones normales de conducción, la altura del suelo en la parte delantera
es de 120 milímetros y en la trasera, de 130 milímetros, lo que otorga al
vehículo un coeficiente de penetración aerodinámica de 0,36 sin alerón trasero.
Se pasa automáticamente a la fase segunda a partir de los 200 kilómetros por
hora, aunque también puede activarse con un botón, que rebaja la altura a 80
milímetros delante y a 95 milímetros detrás y permite al vehículo ponerse a 370
kilómetros por hora.
La tercera fase está reservada a velocidades superiores, incluso por encima de
los 400 kilómetros, aunque hasta la fecha el Veyron "sólo" ha llegado a los 390
kilómetros por hora en un circuito de pruebas de Volkswagen próximo a su sede
central de Wolfsburg.
Su capacidad de frenado le permite desacelarar de 400 kilómetros a cero en menos
de diez segundos gracias a discos de carbono, de 40 centímetros de diámetro
delante, y cilindros de titán, y por si acaso, cuenta con un freno auxiliar de
mano con disco de cerámica.
Los neumáticos, hechos a medida del automóvil, fueron un quebradero de cabezas
para el fabricante y tienen unas dimensiones excepcionales: 245-690 R 520
delante y 335-710 R 540 detrás.
"Auto motor und sport" asegura que el artífice de este bólido, el ex jefe de VW,
Ferdinand Piech, será quien reciba el Veyron con el chasis número siete, una vez
comience la fabricación "en serie" en otoño, tras varios años de retrasos y
problemas térmicos y de estabilidad, además de costes astronómicos. |