Agencias -
La nave recorrió en su vuelo inaugural 1,7 millones de kilómetros antes de
aterrizar en la base de la Fuerza Aérea de Edwards, en California, el 14 de
abril de 1981. Empezaba una nueva era en la historia de los viajes tripulados,
caracterizada por la reutilización de las naves.
Veintidós años después, la desintegración del "Columbia" cuando volvía a casa y
la muerte de sus siete tripulantes marcó el principio del fin del transbordador
espacial.
La idea de un vehículo reutilizable fue propuesta por los técnicos de la NASA a
finales de los años 60, con Richard Nixon en la Casa Blanca. El objetivo era
abaratar costes y pronto tomó cuerpo que debía de tratarse de una nave que
despegara como un cohete, actuara en órbita como una estacion espacial y
aterrizara como un avión.
El resultado final fue el Sistema de Transporte Espacial (STS), compuesto por un
orbitador -el transbordador-, un tanque externo de combustible de un solo uso y
dos propulsores de combustible sólido reutilizables.
La tragedia
El punto flaco fue, desde el principio, el blindaje. Debía proteger a los
astronautas de morir achicharrados durante la reentrada en la atmósfera, cuando
la panza de la nave alcanzaba los 1.400 grados C, y estaba formado por más de
24.300 losetas de cerámica.
La NASA quería que su sistema funcionara como el de las líneas aéreas, que,
después de una revisión técnica, la nave estuviera preparada para despegar dos
semanas después de haber aterrizado. La realidad demostró que debían pasar meses
entre el aterrizaje de un transbordador y su regreso al espacio.
Después de cada misión, había que sustituir cientos de losetas térmicas para
garantizar la integridad de la nave y someter sus motores a complejas
reparaciones.
Desde el 12 de abril de 1981 hasta el 25 de agosto de 2005, cuando acabó la
hasta ahora última misión de un transbordador, estas naves han realizado 114
misiones, menos de cinco al año de media. Y dos vuelos han resultado
catastróficos.
Hace veinte años, el 28 de enero de 1986, el "Challenger" explotaba 73 segundos
después del despegue por una fuga en uno de los propulsores de combustible
sólido. Murieron sus siete tripulantes -entre ellos, la primera mujer civil que
iba a salir al espacio, la maestra de escuela Christa McAuliffe- y el programa
fue suspendido hasta el 29 de septiembre de 1988. El comité de investigación
puso en tela de juicio los métodos de contratación y control de calidad de la
NASA.
Los transbordadores volvieron a volar, pero sólo en 1992 y 1997 llegaron a
cumplir ocho misiones al año. Eran una herramienta fundamental para la puesta en
órbita de satélites y observatorios astronómicos como "Chandra", el
mantenimiento del telescopio espacial "Hubble" y el lanzamiento de misiones
interplanetarias como "Galileo", "Ulises" y "Magallanes".
Los vuelos de la flota -compuesta por el "Columbia", el "Discovery", el
"Atlantis" y el "Endeavour"- dejaron poco a poco de atraer la atención. Los
despegues y aterrizajes eran ya algo casi rutinario, y sólo se televisaban
excepcionalmente. Y en octubre de 1998 comenzó la construcción de la Estación
Espacial Internacional (ISS), imposible sin las naves de la NASA y su capacidad
de carga de hasta 22,7 toneladas: era una pieza fundamental de un proyecto
discutido por su elevado coste, cifrado hace un año en 100.000 millones de
euros, y cuestionable valor científico.
Programa cuestionado
Nadie contaba con que ocurriera lo que sucedió el 1 de febrero de 2003. Tras el
desastre del "Challenger", la NASA había estimado en un 1 por ciento la
probabilidad de un accidente fatal. El vuelo 113 echó por tierra esos cálculos.
El "Columbia" estalló sobre Texas debido a los daños sufridos en su blindaje
durante el despegue por el choque de piezas de aislante desprendidas del tanque
de combustible externo. Murieron sus siete tripulantes, y la flota quedó
atracada en tierra. El mantenimiento de la ISS pasó a depender de los veteranas
naves rusas y la construcción del complejo se paralizó, ya que sólo el
transbordador puede poner en órbita módulos como el laboratorio europeo
"Columbus".
El vuelo de prueba del "Discovery" del verano pasado tenía que ser el preámbulo
del regreso a la actividad. No fue así. El tanque externo de combustible perdió
varias piezas de revestimiento durante el despegue y, una vez atracada la nave
en la ISS, se descubrieron desperfectos peligrosos en el blindaje de la panza,
bajo el morro. El astronauta Steve Robinson los reparó en un paseo espacial
histórico desde lo alto del brazo robot de la estación. Nadie había hecho jamás
algo parecido.
El "Discovery" regresó sin problemas, pero quedó patente que el sistema no era
seguro. La NASA anunció en agosto de 2005 que la era de los transbordadores
tenía fecha de caducidad: cuando se acabe la construcción de la ISS. Las naves
espaciales tripuladas serán, a partir de ese momento, más parecidas a las del
proyecto Apollo, con cápsulas en lo alto de grandes cohetes, que al estilizado
transbordador de la PanAm de la visionaria "2001, una odisea del espacio".
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