Con el popular YouTube a la cabeza, internet vive una explosión de sitios para
compartir vídeos online, un fenómeno que recuerda al 'boom' de las 'puntocom' y
que, como este, podría tener los días contados.
Los datos que acaba de difundir esta empresa, responsable en buena parte de la
expansión de la cultura del vídeo clip en internet, ratifican esta percepción.
Los usuarios del sitio de San Mateo, que comenzó su andadura en un garaje del
californiano Silicon Valley, están viendo unos cien millones de vídeos al día, y
su base de usuarios alcanza ya los 20 millones de visitantes.
Lo que indica que, tal y como ocurrió con otras empresas creadas por
emprendedores en otros garajes de este valle cuna de las empresas de tecnología
de EEUU, como Hewlett-Packard o, más recientemente, Google, el alcance de la
aventura ha sorprendido a sus propios creadores, Chad Hurley y Steve Chen.
El registro de YouTube va mucho más allá del clip casero y chistoso con el que
sus creadores lo pusieron en marcha.
La cadena de televisión CNN echó mano esta semana de varios vídeos caseros de
sus usuarios en Israel y Líbano para ilustrar las dificultades de la vida
cotidiana en la región, un material sin filtrar que a menudo ofrece una visión
más real de lo que está ocurriendo en esta zona que la que ofrecen los grandes
medios.
El fenómeno parece indicar que, como tantas otras cosas, el futuro de la
televisión podría pasar por la web.
Lo que no está nada claro, sin embargo, es cuánto durarán todos esos sitios que
han florecido a la sombra de YouTube, como Metacafe.com, iFilm o Grouper.
De acuerdo con las estimaciones de Dabble, una compañía de Berkeley (California)
que se dedica a contabilizar este tipo de webs, existen al menos 240 sitios
online para compartir vídeos.
'El 90 por ciento desaparecerá', cree el inversor George Zachary, de la firma
Charles River.
En opinión de Zachary, muchos de estos sitios terminarán hundiéndose entre tanta
competencia o siendo absorbidos por otros grandes, como Google o MySpace Video,
una situación que recuerda a lo ocurrido en la explosión de las 'puntocom' a
principios de siglo, cuando un aluvión de webs creció de la noche a la mañana
para desaparecer a la misma velocidad.
El otro caballo de batalla podría ser el de la propiedad intelectual.
YouTube se enfrentó esta semana a una demanda que explica por qué muchos
expertos comparan este servicio con Napster, el sitio de intercambio de música
online que perdió su carácter revolucionario a merced de las numerosas demandas
legales con que lo aguijoneó la industria discográfica.
Robert Tur, un periodista y conocido piloto de helicópteros de Los Angeles acusó
a YouTube de piratería con un vídeo grabado por él sobre las redadas que
tuvieron lugar en Los Angeles en 1992 y que ha sido visto en más de mil
ocasiones por otros tantos usuarios.
YouTube ha negado esta acusación, pero la demanda de Tur podría convertirse en
un detonante.
El problema es que la compañía prohíbe que se cuelguen clips sujetos a los
derechos de propiedad intelectual pero no preselecciona los vídeos que colocan
sus usuarios y, además, no le hace ascos a aquellos que prenden en el público,
procedan de donde procedan.
Este fue el caso, por ejemplo, de un fragmento del programa de la NBC 'Saturday
Night Live' que causó sensación antes de que YouTube lo tuviera que retirar.
A pesar del material pirateado (o gracias a él), YouTube se ha convertido en la
niña bonita de la red. Lo que nadie sabe es por cuánto tiempo dado el carácter
caprichoso e imprevisto de un espacio virtual que cambia de favoritos cada dos
por tres.
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