Agencias- A miles de kilómetros de las lluvias torrenciales y
los vientos feroces desatados por el huracán Iván, un modelo de la tormenta gira
en la memoria y en los procesadores de una supercomputadora capaz de pronosticar
su posible ruta y fuerza.
Al trabajar con ecuaciones matemáticas complejas, que describen la conducta
atmosférica en todo el mundo, cientos de microprocesadores llevan a cabo miles
de millones de cálculos por segundo en observaciones recolectadas por los
sensores que fueron arrojados desde un avión y otros monitores.
El resultado, después de más de una hora de cálculos en el centro de
computación numérica del clima de la Marina, es uno de los muchos sistemas
de pronóstico generados por supercomputadoras alrededor del mundo y que ayudan a
tomar decisiones tan cruciales como ordenar una evacuación o dónde instalar
albergues seguros.
Así, por ejemplo, en el Centro Nacional de Huracanes
(un organismo con sede en Miami y adscrito a la
Agencia Nacional Atmosférica y Oceánica - NOAA-
), los científicos trazan esas
trayectorias a partir de los resultados de media docena de modelos informáticos
que procesan, en supercomputadores de EE.UU. e Inglaterra, millones de datos de
información recogidos por satélites, boyas y globos.
Los programas que toman como modelo la atmósfera, así como las computadoras de
alto desempeño que efectúan este tipo de trabajo, han revolucionado el
pronóstico del clima, y mejorado la capacidad de predecir la ruta de los
huracanes y las fluctuaciones en su intensidad.
Sin embargo, la mayoría de modelos data de los años 80,
aunque en la década de los 90 mejoraron significativamente su fiabilidad por los
progresos en la adquisición de datos meteorológicos y la capacidad de los
supercomputadores para hacer billones de cálculos por segundo.
El Centro Nacional de Huracanes ha depositado su confianza en cuatro modelos que
han mostrado capacidad para reproducir las condiciones atmosféricas en todo el
planeta, troceado por completo en una malla de cuadrículas de 100 kilómetros
cuadrados. Esos programas informáticos se nutren también de datos incluidos en
los registros históricos sobre las rutas que siguió cada huracán formado en el
Océano Atlántico en las últimas décadas
De hecho, los errores en los pronósticos de las rutas de los huracanes
realizados por el Centro Nacional de Huracanes se han reducido a la mitad desde
1998, y desde el año pasado los meteorólogos de esa oficina han emitido
pronósticos de cinco días con una exactitud y fiabilidad cada vez mayores.
"Es una de las mejoras más notables en pronósticos que he visto en mi
carrera", señaló Russ Elsberry, profesor de meteorología de la Escuela de
Posgraduados Navales en Monterey, California.
Sin embargo, los pronósticos no son perfectos, particularmente cuando se trata
de darle seguimiento a las rutas de las tormentas y su intensidad a largo plazo.
Pero hace justo una semana, cuando «Iván» había sobrepasado Jamaica, cada uno de
esos modelos apuntaba zonas diferentes de penetración en Estados Unidos, recalcó
hace pocos días el diario «St Petersrburg Times» de Florida. Unos señalaban que
el huracán se internaría por el golfo de México. Otros apuntaban que pasaría por
el este de Bahamas. Los científicos del Centro Nacional de Huracanes explicaron
que la principal limitación de los modelos es que ofrecen una imagen poco
depurada, sin apenas detalles, del estado de la atmósfera. Por el momento, no es
posible medir cada uno de sus parámetros en todo momento.
Generalmente, los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes establecen una
trayectoria de consenso a partir de las aportadas por los cuatro principales
modelos. El más certero, según los científicos, se denomina GDFL y es manejado
en supercomputadores de Maryland y California. Su margen de error en una
predicción de trayectoria de tres días es sólo de 240 kilómetros. Sin embargo,
debido a la compleja interpretación de los resultados de los modelos, los
meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes introducen en la interpretación
final dosis elevadas de intuición. Son los experimentados técnicos quienes
afinan manualmente las predicciones de las trayectorias de huracanes que se
hacen públicas. Todo lo anterior explica por qué los mapas difundidos sobre la
previsible ruta de un huracán no es una fina línea, sino un cono con las
trayectorias posibles que se va ensanchando.
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