Apple ha cumplido sus amenazas realizadas hace pocas semanas y ha emprendido
acciones contra uno de los más populares boletines electrónicos
dedicados al mundo Mac, Think Secret (www.thinksecret.com).
Apple en su petición al juez afirma desconocer quien es el autor de las
informaciones publicadas y hace responsable de ellas al propietario o editor del
contenido publicado. También demanda la retirada de los informes publicados y la
revelación de las fuentes sobre las que se ha basado el autor o autores de los
artículos para publicar la información. Información verídica Apple no
entra a discutir si la información publicada es verídica, solo afirma que le han
causado un elevado perjuicio financiero, confirmando en cierta medida la
honestidad del trabajo del autor o autores. En estos se hacían referencia al
anuncio durante la próxima semana de una nueva versión económica de un iMac por
debajo de los 500 dólares así como la llegada al mercado
de iWork un procesador de textos que había formado parte de la suite ofimática
AppleWorks y que desde hace cinco años no ha recibido ninguna nueva
actualización. Demagogia En su pliego Apple afirma que no quiere
desanimar el derecho a la información protegida por las leyes, aunque la
exigencia de revelar las fuentes y censurar los artículos publicados atenten
contra los principios básicos de la libertad de información. Apple no duda en
confundir demagógicamente temas totalmente distintos. Una cosa es que un
contratista o fabricante revele información confidencial de un cliente o
proveedor y otra muy distinta es que un medio periodístico se vea privado de
publicar aquella información suficientemente contrastatada y que no cuente con
el placet o el visto bueno de una compañía
Peligroso precedente La decisión de Apple de emprender acciones
judiciales contra este boletín electrónico es un peligroso precedente contra la
libertad de información, en el que no se cuestiona si es cierto o no lo que se
difunde sino la inconveniencia de dar a conocer algo que es "secreto" por parte
de un fabricante. La aceptación de este tipo de presiones convertirían a los
periodistas y publicaciones en meros portavoces publicitarios de los fabricantes
de cualquier tipo de productos así como en difusores públicos de los
departamentos de comunicación de las empresas. |