Natalia Martín Cantero (EFE) - En la reciente conferencia MacWorld en San Francisco, uno de los
acontecimientos más celebrados de la industria, apareció inesperadamente la
cara más oscura de la tecnología.
Mientras los numerosos fans de Apple hacían largas colas para adquirir uno de
los minúsculos ordenadores que acaban de ingresar en la familia más "in" de la
tecnología, los grupos de defensa del medio ambiente protestaban a las puertas
de la conferencia para llamar la atención sobre que también la manzana está
podrida en lo que respecta al reciclado de sus productos.
La conferencia bianual de Apple mostró, una vez más, la confluencia de dos
realidades contrapuestas en el mundo de la tecnología.
Por un lado, la de las invenciones más futuristas en constante evolución y a
precios cada vez más asequibles. Del otro, la de los materiales tóxicos
presentes en los productos que no se reciclan y que dañan a los trabajadores
que los manipulan y contaminan el medio ambiente.
Grupos como Computer TakeBack alegan en su web (http://www.badapple.biz) que
la compañía debería "hacer algo más que celebrar sus beneficios".
Se trata de una crítica que podría extrapolarse fácilmente a la inmensa
mayoría de las empresas del sector
"Hay una crisis real en lo que se refiere a la basura electrónica. Estados
Unidos mira hacia otro lado mientras usamos basureros baratos y sucios",
señala Jim Puckett, de Basel Action Network, un grupo con sede en Seattle
(Washington).
Esta red internacional debe su nombre a la Convención de Basilea, un tratado
de las Naciones Unidas de 1989 que trata de limitar el daño causado por los
residuos electrónicos y al que se han suscrito todos los países desarrollados
excepto EEUU.
El Gobierno de este país lleva años tratando de desarrollar un plan junto con
la industria, pero el reciclaje de estos productos es caro y las empresas
todavía no se han puesto de acuerdo sobre cómo llevarlo a cabo, si transferir
parte del coste a los consumidores o cargar de entrada un sobreprecio por este
concepto.
Ted Smith, del grupo Silicon Valley Toxics Coallition, cree que las
autoridades se están quedando muy cortas, y pone como ejemplo a la Unión
Europea, que ha prohibido que los productos electrónicos que se vendan a
partir del año próximo contengan determinadas toxinas.
Muchos artículos electrónicos tienen una vida útil muy corta, que en algunos
casos se extingue en cuanto sale al mercado el aparato de la siguiente
generación, lo que hace que el volumen de basura electrónica esté creciendo
como la espuma.
Es un problema de dimensiones escalofriantes.
Una coalición de organizaciones medioambientales publicó en el 2002 un
devastador estudio que indicaba que la basura electrónica procedente de EEUU
se recicla utilizando métodos primitivos en países en vías de desarrollo,
donde causa graves problemas medioambientales y para la salud.
Buena parte de las empresas envían sus desperdicios a países como la India o
China, donde se les "destripa" para obtener el plomo, oro y otros metales
valiosos, un proceso en el que los componentes tóxicos como el cadmio o el
mercurio que contienen los aparatos van a parar al agua y el aire.
Tres años después, las cosas se han deteriorado.
EEUU deshecha cada año dos millones de toneladas de estos productos, entre
ellas cincuenta millones de ordenadores y 130 millones de celulares.
Si seguimos a este ritmo, en el 2010 el país descartará cuatrocientos millones
de aparatos, según la Asociación Internacional de Reciclaje Electrónico.
La web de subastas eBay formó hace un par de semanas una coalición con los
principales fabricantes informáticos y grupos de protección medioambiental
para ayudar a los consumidores a deshacerse de su basura electrónica.
El programa se centra en una página de Internet (http://www.ebay.com/rethink)
que ofrece a los usuarios la opción de vender o donar los ordenadores que
todavía funcionan.
Aunque bien intencionado, este plan constituye solamente un pequeño parche
incapaz de resolver el problema más acuciante al que se enfrenta la industria.
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