Un nuevo fenómeno, sin propósito evidente, se extiende de Nueva York a varias
ciudades del mundo: las congregaciones multitudinarias organizadas vía correo
electrónico, en lugares inesperados y para realizar actos insólitos.
Se trata del fenómeno "mob", o de muchedumbre, creado en Nueva York por un
sujeto llamado "Billy" que, a través del correo electrónico, cita a sus amigos
en un determinado lugar, donde reciben instrucciones para luego acometer alguna
acción.
La última convocatoria en Nueva York, el pasado jueves, tuvo como escenario la
gigantesca juguetería Toys R Us, en Times Square, una de las zonas turísticas
más concurridas de la Gran Manzana.
Unas 300 personas se congregaron en la tienda para observar absortos un enorme
dinosaurio de juguete, para luego caer al piso gritando y agitar sus manos al
aire.
Cuando el personal del establecimiento corrió a llamar a los guardias de
seguridad, la muchedumbre ya se había dispersado, y otro evento "mob" se había
materializado.
"La idea es mía, pero no me considero el líder del mob", escribió Billy
en uno de sus correos.
Algunos observadores de este fenómeno afirman que lo que hace Billy no es
estrictamente novedoso.
Unos recuerdan que en 1960 el comentarista de radio Jean Shepherd hizo un
llamado a sus radioescuchas para que se congregaran en un lugar y a una hora
específicos. Cuando apareció la policía, nadie pudo explicar qué hacía allí esa
multitud.
Otros han asociado el fenómeno a las protestas contra la globalización que se
han efectuado en Washington y Seattle, cuyos organizadores han usado un concepto
similar para aglutinar masas.
Sin embargo, mientras algunos participantes de estos eventos dicen que el
proyecto podría servir como prueba piloto para manifestaciones políticas, la
mayoría espera que el fenómeno "mob" no se "contamine".
Howard Rheingold, autor del libro "Smart Mobs: The Next Social
Revolution", reconoce que las comunicaciones móviles pueden llegar a
coordinar acciones colectivas, y pone como ejemplo el caso de la caída del
régimen de Joseph Estrada en Filipinas.
Mike Epstein, un neoyorquino que colocó en su sitio en internet (www.satanslaundromat.com)
una crónica del evento en Times Square, opina que la popularidad de los "mob"
está justamente en el hecho de que los organizadores no definen claramente sus
motivaciones.
El fenómeno es, como diría otro participante, "como estar en una protesta
pero sin la política", una manifestación que combina el arte del performance,
la comedia del absurdo y la parodia social.
Los eventos, además, sólo se dan a partir de correos electrónicos entre
conocidos, lo que los hace casi secretos y, en cierta forma, controlados. En
Nueva York, por ejemplo, ya se han realizado seis.
Uno tuvo lugar en el Hotel Gran Hyatt, donde docenas de personas aplaudieron por
15 segundos y se marcharon, mientras que en el Central Park una multitud cantó
como pájaros antes de disolverse.
En la tienda por departamentos Macy's, unas 200 personas exasperaron a un
vendedor cuando le dijeron que buscaban una alfombra para la enorme casa en la
que todos vivían.
A los 10 minutos de la petición de ayuda en masa, los supuestos compradores se
marcharon sin decir palabra.
Otros eventos se han realizado en Dallas, San Francisco, Zurich y Berlín. En
Roma, 300 personas invadieron una librería, preguntaron a un vendedor por
títulos de libros inexistentes, aplaudieron por 15 segundos y desaparecieron.
Es incierto cuánto más podrá mantenerse en pie este fenómeno, que opera de forma
clandestina y en ocasiones ha atraído a las autoridades.
Tampoco se conocen sus motivaciones en una ciudad como Nueva York, donde la
mayoría de sus habitantes suele buscar una explicación lógica a cada acción
emprendida.
Es en esta ciudad, sin embargo, donde las excentricidades están a la orden del
día.