Por Andrea Ferrari (pagina12) - Todo el mundo los
conoce. Son esos insufribles mensajes publicitarios que aparecen día a día entre
el correo electrónico, esos que uno nunca solicitó pero debe detenerse a borrar.
El correo basura o spam se convirtió en un problema internacional que amenaza
las comunicaciones y la Argentina está en el corazón de ese problema: es uno de
los primeros productores mundiales de e-mails basura.
En España, calculan que casi la mitad del spam que satura sus
casillas de correo proviene de Argentina y la organización internacional
Spamhaus ubica al país sucamericano en el quinto lugar mundial entre los
creadores de la correspondencia basura. Tan poco honorable record empieza a
mostrar funestas consecuencias: en el exterior, algunos servidores ya rechazan
mails porque provienen de Argentina.
En España calcularon que el spam argentino representa
prácticamente la mitad de la basura electrónica que soportan cotidianamente.
“Es así –dice a Página/12 Víctor Domingo, director de la Asociación de
Internautas de España–, hicimos una media entre varias decenas de usuarios y
efectivamente desde Argentina nos llega el 46 por ciento de los mensajes
comerciales no solicitados.”
Pero no sólo llegan a España. Spamhaus, un organismo basado
en Londres que se convirtió en referencia internacional en materia de spam,
confecciona listas negras tanto de las empresas que les proveen el servicio como
de los países donde se origina el correo basura. Allí, Argentina aparece en
quinto lugar en el mundo después de Estados Unidos, China, Corea del Sur y
Brasil y por delante de países con un parque informático muchísimo mayor.
Maximiliano Kolus es un antiguo militante argentino antispam
que actúa como investigador en el Spamhaus Project. “Tomó mucho tiempo que
los argentinos nos ganáramos esta fama –dice–. Esto se debió a que muchos
proveedores de Internet no tomaron medidas contra usuarios que enviaban spam, lo
que requiere personal capacitado. Esta falta de control más la persistencia
natural de los spammers hizo que Argentina llegara a esta posición. En la
actualidad, el problema empeora porque algunos spammers nacionales están
recibiendo asesoramiento y herramientas usadas por profesionales en otros
países, herramientas que fueron diseñadas para burlar a proveedores de Internet
mucho más preparados tecnológicamente en este tema”.
Spamhaus también hace una lista de los más malos: spammers
profesionales que han sido expulsados por lo menos de tres proveedores de
Internet consecutivos por el uso abusivo del servicio. Entre ellos se destaca un
argentino identificado como “Juan Garavaglia Super-Zonda”, quien parece
ser la pesadilla de millones de personas.
“Super-Zonda es parte de una operación de spamming mucho
mayor con socios internacionales –sostiene Kolus–. Por lo que hemos podido
averiguar, la parte argentina se dedica a proveerle servicios de alojamiento de
páginas de una manera tal que no se revela dónde esta la página alojada
realmente. Algunos de los componentes necesarios para sustentar este sistema
fueron instalados en computadoras de estudios jurídicos o locutorios, sin
conocimiento de ellos.”
Un periodista de la BBC de Londres decidió hace algunos meses
rastrear un e-mail publicitario que le trajo interesantes sorpresas. Aunque la
identidad estaba escondida, su investigación lo llevó hasta Super-Zonda, en
Argentina. También había un link hacia un sitio web, be atifulwomentodate.com,
que ofrecía chicas rusas. La sorpresa fue detectar cuál era su host, es decir
dónde se alojaba ese sitio: British Airways. Por supuesto que la línea aérea
británica no estaba ofreciendo citas con rusas, sino que una de sus computadoras
había sido “secuestrada” por Super-Zonda para hacerlo.
Este “secuestro” es algo que sucede cada vez con más
frecuencia, sobre todo en máquinas que están abonadas a un servicio de banda
ancha y tienen pocas medidas de seguridad. “Está muy de moda –explica Kolus–.
Cuando los spammers abusan de computadoras de terceros para enviar el spam, es
el dueño de esta computadora quien aparece como el que lo envía. A veces se
aprovechan de un software instalado y mal configurado en las PC de las víctimas,
o ellos mismos los instalan enviando virus o troyanos. En resumen, involucran al
usuario en sus actividades sin que éste lo sepa.”
Claro que los spammers argentinos no sólo molestan afuera
sino, principalmente, a los propios argentinos. Los abogados Gustavo Tanús y
Pablo Palazzi, expertos en derecho informático, decidieron ir al frente y
basándose en la Ley de Protección de Datos Personales presentaron un recurso de
hábeas data contra un spammer que ofrecía precisamente listas de mails para
hacer publicidad. En noviembre, un juez dictó por primera vez una medida
cautelar para ordenar que cesaran esos mails mientras durara el proceso (ver
aparte). Pero aun así, Tanús no cree que la solución pase por los juicios.
“La idea nuestra fue poner el tema en evidencia –dice–,
mostrar que se están manipulando datos personales y se hace publicidad sin
respetar la Ley de Protección de Datos.” Junto con otras personas y
organismos interesados en el tema, Tanús participa en una serie de reuniones
para buscar una respuesta al problema. “Estamos tratando de generar un ámbito
con propuestas. Por un lado una ley antispam, por otro lado que los principales
jugadores en este tema, es decir las ISP (proveedores de Internet), firmen un
código de conducta donde se comprometan a no permitir la entrada y salida de
spam.”
Chocando contra el filtro
Para frenar al menos en parte el spam, muchos usuarios
utilizan filtros que no dejan ver o rechazan ciertos mensajes, según criterios
diversos: desde la cantidad de destinatarios al tipo de palabras incluidas o el
servidor que lo envía. También es posible suscribirse a las listas negras
elaboradas por entidades que investigan a los spammers. Por supuesto, el riesgo
es que se rechacen mensajes que no tienen nada que ver con el spam. Y ya sucede
con los argentinos.
El propio Tanús lo experimentó cuando envió un mail a una
publicación de Estados Unidos y le rebotó como si se tratara de un correo
basura. “El problema era que rechazaban todo lo que venía de mi proveedor de
Internet, Sion, identificándolo como spam. Por eso, si los proveedores no hacen
algo, van a perder clientes”. Lo mismo le sucedió esta semana a un
periodista de este diario que intentó enviar un mail perfectamente inocente a un
amigo en Estados Unidos a través de su servidor, Speedy. Como ya le había
sucedido en otros casos, rebotó con el siguiente mensaje: “Bloqueado por
abuso. Por favor contacte al administrador de su ISP”.
“Es cierto –admite Maximiliano Kolus–. Estamos
siendo bloqueados por entidades como SpamHaus o Spews que elaboran listas de
direcciones IP de donde proviene frecuentemente spam.” Funcionan como una
especie de Veraz en Internet: un servidor de correo verifica si quien está
conectando figura en estas listas; si así fuera, el mail es automáticamente
marcado como spam, independientemente de cuál sea su contenido. Esto también
termina perjudicando a usuarios comunes que ven sus correos bloqueados sólo
porque están en el mismo ‘vecindario’ que un spammer. Pero hay que decir que
estos bloqueos ‘generalizados’ sólo ocurren tras reiterados pedidos al proveedor
de Internet para que desconecte al spammer que son ignorados. En estos casos, al
resolverse el problema se quitan las direcciones de la lista y se acabó el
bloqueo. En cambio son más difíciles de resolver los bloqueos que hacen los
mismos proveedores de Internet”.
¿Cuál es la solución? Varios países –Estados Unidos, esta
semana– aprobaron leyes contra la publicidad por mail no solicitada. Sin
embargo, las organizaciones anti-spam son críticas de la mayoría de esas leyes y
creen que no van a servir (ver nota aparte). Y aun una buena ley no termina de
resolver la situación. “Sólo se resolverá si los servidores hacen algo
–insiste Tanús–. Yahoo, por ejemplo, dice que filtra un 70 por ciento del spam,
pero son tantos que siguen llegando en cantidad.”
También todos reconocen que la furia de los usuarios con el
spam es cada vez mayor. Estudios internacionales dicen que mucha gente está
dejando de usar el e-mail por culpa de la basura. Y hay casos extremos. Basta
ver el ejemplo de Charles Booher, un programador de California que fue detenido
hace pocas semanas por amenazar al personal de una empresa canadiense. Primero
les dijo que enviaría “un paquete completo de esporas de ántrax”, luego que
dejaría discapacitado a un empleado con una bala y lo torturaría con un taladro
y un pico de hielo, y finalmente que perseguiría y castraría al resto del
personal. Todo ello para lograr que lo sacaran de las listas de correo
electrónico. Tuvo que pagar 75.000 dólares de fianza para quedar en libertad y
deberá enfrentar un juicio. Ya libre, Booher se explicó: durante dos meses le
habían enviado un aluvión de publicidades de un tratamiento para aumentar el
tamaño del pene, al punto de volver inutilizable su correo electrónico. Primero
lo pidió de buena manera, dijo, pero luego “todo se me fue de las manos”. Se
entiende.
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