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Reynosa, Tam /Redacción - Los mercados son débiles. Los inversores
veleidosos. Cualquier novedad puede llevarles a un frenesí de gasto, en un
intento por ser los primeros, y terminar en un desastre. Hace apenas cinco años,
la novedad era Internet, y fue protagonista de una de las mayores burbujas
inversoras de la historia.
El problema, según los analistas, es que los inversores y gestores de capital
no tenían una idea clara de para qué servía la Red, pero se dejaban asesorar por
consultoras, que tampoco estaban especialmente bien informadas.
El mundo empresarial era analfabeto tecnológicamente; se invirtió mucho
dinero y se perdió mucho más. La crisis economica provocada por la Guerra
del Golfo, el encarecimiento del precio del petroleo y el ataque terrorista del
11S llevaron a una caída del mercado de valores y a la desaparición de decenas
de sitios webs cuya viabilidad venia siendo cuestionada por expertos mucho antes
de la crisis. Esta solo adelanto los acontecimientos.
Estas son algunas de las ideas de aquél tiempo, que se lanzaron con el ánimo
de conquistar el mundo y se esfumaron entre oficinas vacías y computadoras
rematadas.
Kozmo y Diversia, chocolate a la puerta de la casa.
El pedido llegaba a las pocas horas y los costos del transporte eran ratios.
Todo el mundo querría un servicio así, y ese fue el problema de Kozmo, una
compañía que operaba de este modo en siete ciudades de Estados Unidos. Por
supuesto, el transporte de cualquier cosa no es gratis y, por lo tanto, la
tienda no era rentable. Cerró en 2001 y tuvo que despedir a 1,100 empleados.
Webvan, verduras a domicilio:
El éxito mató a Webvan, que básicamente era una tienda de productos
importados en Internet. Se extendió a ocho ciudades de Estados Unidos tras
obtener 375 millones de dólares en su salida a bolsa.
Pero los márgenes en las verduras son muy pequeños, y cuantos más clientes
llegaban, mayores eran sus pérdidas. Cerró en 2001 despidiendo a 2,000 personas.
Boo.com: El lujo en la red
Vender ropa y calzado de diseño a través de Internet no es una idea tan
terrible, incluso con un nombre tan malo (‘boom’ significa abucheo en inglés).
Hacerlo con un mal plan de negocio sí lo es. Boo.com se estableció en el Reino
Unido y es un ejemplo de mala administración. En un tiempo en el que no había
casi banda ancha, las páginas web de su sitio utilizaban Flash y JavaScript, y
tardaban mucho en cargarse. Invirtieron grandes sumas en hacer una tienda
global, en varios idiomas y con varias monedas. Las ventas eran mínimas, y la
empresa había gastado más de 160 millones de dólares. Cerró en el 2000.
Pets.com, el reino de las mascotas online
Esta compañía probablemente tenía uno de los nombres más atractivos de
Internet, y una publicidad fantástica, con una marioneta de un perro como
protagonista. Pero siquiera eso puede salvar a una mala idea.
Vender comida de perro o tierra de gato por Internet no funciona, más aún si
se está perdiendo dinero en las entregas y se demora un par de días. Cerró en el
2000, nueve meses después de salir a bolsa.
Junto a su defunción, decenas de web similares cerraron en todo el mundo.
Habían surgido imitando a un modelo y cayeron cuando este fracaso
eToys... el dinero no era problema
Hoy en día Amazon.com y otras muchas tiendas venden juguetes por Internet con
éxito, así que la idea no estaba tan descabellada. Sin embargo, la juguetería
online eToys fue un desastre. Demasiado dinero en publicidad, marketing y
tecnología, para las pocas ventas que tenían. Para colmo entregaban tarde. Llegó
a valer en bolsa más que la cadena de tiendas Toys’R’us, pero cerró en 2001.
Ahora está intentándolo de nuevo.
Go.com, el portal de la envidia:
Disney tenía envidia de Yahoo!, como muchas otras compañías. Así que decidió
crear su propio portal multiservicios, Go.com, a partir de la compra del
buscador Infoseek. Olvidado, tuvo que cerrar en el 2001. La broma le costó a
Disney 790 millones. 15/08/2006
A la española
España no se mantuvo alejado de la crisis "punto.com". Si bien las empresas
surgidas al amparo del "boom" tecnológico estadounidense eran de una envergadura
mucho más pequeña consiguieron captar fondos suficientes para que su
desaparición causará un fuerte impacto entre los inversores.
Digital Mood, la incubadora pionera
Siguiendo la moda de los EEUU, unos emprendedores españoles pusieron en
marcha la primera incubadora nacional: Digital Mood. Consiguieron atraer el
interés de inversores como Innova Capital de Juan Abelló y lanzaron
algunos sitios muy populares como Weblisten, Movizonia o Fraganzia, entre otras.
En el 2002 vendió su participación en esos portales a sus fundadores y cerro las
puertas como incubadora.
Netjuice
Netjuice logro sumar a su proyecto a inversores y firmas de capital riesgo de
prestigio internacional. En el 2000 era la compañía "punto.com" de moda en
España y "Baquia" uno de los diarios electrónicos con mayor prestigio. La
compañía invirtió fuertes sumas de dinero en publicidad y personal a los que
"reclutaba" a golpe de talonario. Cuando se acabo el grifo de los inversores la
empresa perdio fuelle y desinvirtió en algunos negocios hasta que poco a poco
llego a "desaparecer". Uno de los fundadores de esta empresa, Rodolfo Carpintier
retomo las riendas de Baquia y demostró que sin una chequera ilimitada es
también posible mantener un producto de calidad.
Alcoste.com
El primer gran experimento de tienda online de gran envergadura fue un
fracaso estrepitoso. De la mano del presidente de PriceWaterhouse y de una de
las mayores constructoras españoles (junto a entidades financieras) llegaba la
primera tienda online española que irba a plantar cara a Amazon. Se expandió por
España y toda América Latina invirtiendo grandes sumas de dinero en personal,
marketing y publicidad. Los resultados eran, sin embargo, totalmente
desesperanzadores y el castillo de naipes se derrumbo al negarse los accionistas
a seguir aportando más dinero a un proyecto cuyas ventas eran inferiores a
cualquier tienda convencional... de barrio.
Ozu.es
La "mala suerte" acompañó desde sus inicios a este excelente buscador
español. Problemas entre sus socios llevaron a que dos buscadores distintos
utilizaran la misma marca aunque con distinto dominio: Ozu.es y Ozu.com. Más
tarde y cuando el boom tecnológico estaba en su periodo más álgido rechazaron
multimillonarias ofertas esperando una oferta mejor. Cuando todos daban por
sentado de que iban a ser comprados por una entidad financiera de gran
envergadura la operación quedo truncada en muy pocas horas. JP Morgan traía a
España a un emprendedor argentino que durante una rápida comida convenció al
banco de la necesidad de invertir en su empresa. Ozu se quedo sin la venta y
finalmente fue comprada por el grupo Correo por unos tres millones de euros...
lejos quedaban los 10.000 millones que le habían llegado a ofrecer y que había
rechazado.
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