(ACAM)
Puede que la contraportada de “No a la Piratería”, CD presentado esta semana en
Madrid apoyado por Vale Music y la Oficina de la Defensa de la Propiedad
Intelectual, sea dura. Pero muy dura es, también, la situación por la que están
pasando la música y los que la hacen posible en España.
Los integrantes, y la dirección, de la Asociación de Internautas (AI) niegan los
hechos de manera reiterada. La piratería cultural –especialmente la musical-
existe pero ellos dicen que no. Creadores, jueces, policía, legisladores y
expertos se han puesto, por fin, de acuerdo: hasta que la sociedad deje de
actuar como cómplice de semejante expolio sólo cabe desterrar de las calles esta
práctica delictiva.
Los internautas de la AI (todos los usuarios de Internet son internautas y sin
embargo no comparten sus opiniones) se empeñan en que los autores -entre otros
muchos afectados- deben permanecer callados mientras ven como les roban. Quieren
negarles el sueldo, y, en muchos casos, impedir que puedan pagar casa, luz,
comida y médico. Llamemos a las cosas por su nombre.
Los internautas de la AI -enloquecidos- acusan a la Sociedad General de Autores
y Editores (SGAE), de crear “alarma social”, “manipular y falsear cifras,
mentir, presionar a jueces y políticos”, “lucrarse a mansalva”, “lanzar
amenazas”, “realizar manifestaciones xenófobas”, “extorsionar a empresarios” y
de “burlarse e insultar al mismo público.” No nos extraña que la sociedad de
gestión los haya demandado por intromisión al honor.
A los internautas de la AI les extraña y molesta que los trabajadores de la
música, aquellos que ven que lo que se les roba está por los suelos, puedan
poner el grito en el cielo. No podemos ser permisivos con los crímenes, sean del
tipo que sean. Los internautas de la AI, también, defienden que la piratería en
Internet (el intercambio no autorizado de canciones, películas, etc.) sea un
derecho. Y para conseguirlo llenan la Red de opiniones encendidas, confusas e
indocumentadas (como puede verse en documentos relacionados es la Asociación de
Compositores y Autores de Música, ACAM, y no SGAE quien, por diferentes motivos,
denuncia la actitud de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el Defensor del Pueblo,
CC.OO. IU, etc.)
No es falso decir que los profesionales y los distintos sectores de la industria
de la música se están viendo perjudicados por el uso ilegal y criminal que de
las nuevas tecnologías hacen unos individuos sin escrúpulos. No es falso decir
que todos los que venden “pirata” en las calles, inmigrantes o no, son
delincuentes. No es falso decir que la gente no es consciente del daño que hace.
No es falso decir que España está en el “top ten” de los países con más
piratería. No es falso decir que quienes trafican con drogas, armas, mujeres y
niños son los mismos que piratean con la música. También es cierto que los
internautas de la AI, desde hace un año, practican un juego que comienza a ser
peligroso para los que intentan hacer de su actividad creadora una profesión que
les permita vivir dignamente. Cosa, como imaginaran, de por sí dificilísima.
Los autores comienzan, con razón, a preocuparse de que a los delincuentes sin
escrúpulos que controlan la piratería callejera se una la reiteración acusatoria
de quienes han convertido en un juego cuestionar, una y otra vez, a la entidad a
la que le han confiado el cobro por la utilización de su obra (trabajo.)
Por todo esto -los que estamos en contra de la piratería cultural, aquella que
conseguirá impedir si no lo paramos que la Cultura llegue a las manos de la
sociedad- apoyaremos cualquier acción, como la del CD “No a la piratería”,
encaminada a recordar a propios y extraños los auténticos raíces de este mal
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