Así arranca uno de los matamarcianos que más entretenido me tiene en estas
últimas semanas, Command and Conquer Generals, tal vez el juego más
belicista que vieron los tiempos. Un auténtico choque de civilizaciones sin
ningún respeto por los civiles donde puedes elegir entre dirigir los ejércitos
de la China comunista, las hordas terroristas de un grupo que usa suicidas y
ántrax o los marines estadounidenses. Me encanta el olor a napalm por las
mañanas.
A ojos de Amnistía Internacional, sin embargo, estoy a punto de convertirme
en un neocon.
Esta bienintencionada organización acaba de difundir,
otro año más, su
tradicional informe inquisitorial sobre la corrección política y el ocio
digital. Se titula "Con la violencia hacia las mujeres no se juega" (PDF)
y está plagado de errores. Como definir September 12th, una obra
maestra del pacifismo que no me canso de recomendar, como un juego que
"banaliza los crímenes de guerra, y los abusos de derechos humanos en
general". O asegurar que JFK Reloaded "fomenta el asesinato".
Más hilarante aún es cuando el informe analiza Neverland, una broma
bizarra donde el jugador adopta el papel de Michael Jackson y, armado con una
escopeta de redes, tiene que evitar que los niños se escapen de su mansión
para poner una denuncia. Según Amnistía, que no pilla el chiste, Neverland
supone "promocionar el abuso sexual contra menores". Qué no habrían dicho con
más motivo del Lolita de Nabokov en su momento.
Después de cuarenta folios, el informe concluye que "el Estado español está
incumpliendo los compromisos alcanzados tras la ratificación de la Convención
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación de la Mujer hace ya
20 años". Ignoro cuáles son dichos compromisos y a qué obligan a España, pero
me sorprende que Amnistía tenga tanta prisa por corregir a los videojuegos y
no se queje del cine o de la literatura.
Nadie duda de que tienen que existir unos controles y un etiquetado
riguroso para permitir a los padres decidir a qué juegan sus hijos. Pero hoy,
los videojuegos, como el cine, la tele o la literatura, no son sólo para
niños. ¿Por qué se exige censura para los videojuegos? Cuando se llega a este
punto de la discusión, me ha pasado hace unas horas, alguien argumenta que no
es lo mismo, que en los videojuegos tú eres el protagonista y que en el cine o
en la literatura sólo eres observador. Algo parecido decían los censores del
cine, que también los hubo, cuando argumentaban que el celuloide debía estar
más controlado que el papel porque era más explícito.
Amnistía Internacional, con informes así, se sitúa en el mismo saco de los
que piden prohibir el porno, de los que pintaban calzones a los desnudos de la
Capilla Sixtina o de los que hace bien poco quemaban libros. El problema es
que esta gente no
juega.