Agencias - Armstrong pronunció hoy la conferencia magistral "Vuelos
espaciales y necesidades energéticas de la Tierra" en la Ciudad de las Artes y
las Ciencias, invitado por la organización de la Campus Party para ofrecer su
experiencia como ingeniero y astronauta, y contribuir a la internacionalización
de la mayor reunión mundial de internautas.
Ante un auditorio repleto de "campuseros" y autoridades como el presidente de la
Generalitat, Francisco Camps, el científico Santiago Grisolía y el director del
Museo de las Ciencias, Manuel Toharia, Armstrong ofreció una intervención de 55
minutos marcada por su trayectoria científica y su particular anecdotario
astrofísico.
"La memoria envejece", reconoció el primer hombre en pisar la Luna, hace 36
años, al inicio de su conferencia para justificar su posible carencia de
recuerdos que comenzó en el problemático proyecto que, como ingeniero, ejecutó
para medir la distancia de la Tierra a su satélite a través del tiempo que
tardara un rayo de luz lanzado desde nuestro planeta, rebotara en unos espejos
de cuarzo instalados en superficie lunar y regresara al observatorio astronómico
del monte Hamilton, en California.
"Desde el Mar de la Tranquilidad, la Tierra colgaba encima de mí. Era un
colgante turquesa sobre un cielo de terciopelo negro", recordó para explicar,
irónicamente, la necesidad de medir esa distancia "para poder pasar luego los
gastos" y cómo posteriormente se descubrió que los problemas técnicos se debían
a la propia situación cartográfica del observatorio californiano, cuyas
coordenadas se habían medido erróneamente en 1888.
Desde el punto de vista energético, recordó que según las previsiones
científicas el calentamiento global de nuestro planeta seguirá aumentando y las
energías llamadas "baratas", como el petróleo y que han sido claves en el
progreso humano, tienden a encarecerse y escasear, mientras la nuclear y la
eólica no se han aprovechado lo suficiente.
En este sentido, abogó por las ventajas de los isótopos del helio-3, el mejor
combustible termonuclear si se emplea en una planta de fusión, que casi no
existe en la Tierra pero que sí se halla en la superficie lunar, como residuo de
viento solar.
"En el Mar de la Tranquilidad puede haber tres toneladas -de helio/3- que
podrían generar la electricidad suficiente para la energía terrestre de cien
siglos. Es segura y no contaminante", aseguró.
Asimismo, explicó que el regreso del hombre a la Luna sería necesario con un
proyecto "serio" y "lo más pronto posible" de prospección minera, que reconoció
como "muy caro" pero que permitiría comprobar los restos químicos de los
impactos de meteoritos que provocaron los famosos cráteres lunares.
Los residuos hallados en cráteres terrestres arrojan materiales similares al
platino, el compuesto de que están hechos los catalizadores necesarios para la
energía de hidrógeno, con lo que, a su juicio, en la Luna se podrían recoger
mucha más cantidad de este preciado bien en su millón de cráteres.
Afirmó que el último medio siglo ha sido el más productivo para la Humanidad en
la comprensión del Universo, gracias a las sondas y satélites espaciales, al
telescopio Hubble y a las ganas de que la inmensidad del Cosmos desconocido
pueda ser, al menos, cognoscible.
"Es fácil salir de la Tierra. En un cohete decente podemos traspasar la
atmósfera en apenas quince minutos, y la Luna está a unos cuarenta días de
viaje, son unos 400.000 kilómetros de distancia. Pero a Marte es más difícil: se
tardarían meses, son 400 millones de kilómetros según la órbita", lamentó
Armstrong.
Se necesitaría una cantidad "gigante" de combustible, sobre todo para aterrizar,
y la comunicación telefónica tardaría veinte minutos terrestres en viajar entre
ambos planetas, aunque valoró que el año marciano tenga 687 días -"una ventaja
para la declaración de Hacienda", bromeó- y haya una mayor gravedad que la
terrestre.
Por otra parte, reconoció el "riesgo sustancial" de los viajes tripulados a
Marte, sobre todo por las violentas erupciones solares y el bombardeo de rayos
Gamma, como las que pusieron en peligro la misión del Apolo XI y que salvó, a su
juicio, "la divina Providencia".
No obstante, "es factible -viajar a ese planeta-, se puede hacer. Las
incertidumbres son menores que las que había con las primeras misiones del Apolo
hace 44 años" y Marte está "cerca, más a mano; me encantaría conocer a la gente
que vive allí", bromeó.
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