El papel de cada uno de ellos esta claramente especificado en la larga
tradición de la iglesia y en la nueva Constitución apostólica aprobada en 1996.
La Ciudad del Vaticano está dirigida por el Papa, que es elegido por un
conclave compuesto por el Colegio de Cardenales. Para dirigir los asuntos
administrativos el Papa nombra una Comisión Pontifical.
Si fallece, dos prelados tendrán un papel primordial: el cardenal Camerligo,
función que ejerce actualmente el español Eduardo Martínez Somalo, que
deberá ocuparse de los asuntos corrientes, y monseñor Ratzinger, de 77
años, presidente de la congregación para la Doctrina de Fe y decano del sacro
colegio.
El cardenal camarlengo es el encargado de la administración de los
bienes y de los derechos temporales de la Santa Sede ayudado por tres
purpurados asistentes.
La muerte del Pontífice debe ser certificada por un medico aunque este hecho
no impedirá que sea utilizado el método tradicional para verificar realmente el
traspaso. Este consiste en llamar por tres veces al Papa por su nombre de pila
así como golpearle tres veces en la frente con un pequeño martillo de plata.
Esta responsabilidad recae en la figura del cardenal camarlengo. Si el Papa no
responde, el Secretario de Estado, Angelo Sodano, deberá exclamar solemnemente:
"El Papa ha muerto".
Luego, Somalo debe utilizar el mismo martillo para romper el pescatorio, el
anillo que simboliza la autoridad papal y sellar las habitaciones privadas del
Pontífice hasta la llegada del nuevo ocupante.
El cardenal camarlengo deberá firmar, también, el parte de defunción que
será redactado por el secretario de la Cámara Apostólica.
Este, además, informará al vicario de Roma, el
cardenal Camillo Ruini, quien informará al pueblo de Roma.
Finalmente le corresponde establecer de acuerdo con los otros cardenales el
tipo de funeral, si Juan Pablo II no ha dejado órdenes precisas.
Por su parte el prefecto del colegio de
cardenales, el cardenal Joseph Ratzinger,
enviará a todos los miembros del Colegio
Cardenalicio un telegrama convocándoles al cónclave y comunica
a los embajadores acreditados en la Santa Sede y a los jefes de Estado la
defunción del Papa.
Cese de cargos
Cuando el Papa muere cesan de sus cargos todos los jefes de los consejos
pontificios e incluso el secretario de Estado. Sólo permanecen el camarlengo,
el penitenciario mayor (James Francis Stafford)
y el vicario de Roma (Camillo Ruini). De
los tres cargos, el camarlengo es el "primus interpares".
Su cometido será organizar el conclave que elegirá el sucesor.
También siguen en sus puestos los responsables
de la Secretaría de Estado: el encargado de las relaciones con los gobiernos
extranjeros, el arzobispo Giovanni Lajolo, y el equivalente al ministro del
Interior, el arzobispo Leonardo Sandri, ellos colaboraran en la
organización del conclave, así como en la coordinación y organización del
funeral y asistencia a los cardenales y otras autoridades que deberán
desplazarse a Roma durante este periodo.
La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis contempla que
mientras esté vacante la Sede Apostólica, ni el colegio de cardenales, ni los
tres cardenales que siguen en su cargo, tiene ninguna potestad o jurisdicción
sobre las cuestiones que corresponden al Papa. Eso es debido a que los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial corresponden exclusivamente a la figura
papal.
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