Según fija la tradición, la fecha del conclave no debe ser antes de los 15 días
siguientes al fallecimiento ni después de 20 de la vacante de la sede
apostólica. Ese periodo intermedio (entre la defunción y el inicio del
conclave) se conoce como 'novemdiales'
y durante ese tiempo es cuando se postulan candidatos y se fijan las alianzas.
Oficialmente a los cardenales les esta prohibido hacer campaña e incluso
insinuar su predisposición a ocupar el cargo, aunque es bien sabido que esta
regla es sorteada con total habilidad para todos aquellos interesados.
El conclave tiene lugar en la
Casa Santa Marta, un moderno edificio construido dentro de los muros del
Vaticano. La Casa de Santa Marta no existía en los tiempos de la elección de
Juan Pablo II. En este edificio permanecerán durante todo el cónclave,
totalmente aislados del mundo exterior.
En los cónclaves romanos anteriores, los cardenales electores y las demás
personas que entraban en la clausura del cónclave eran acomodados en las
habitaciones de los Palacios Apostólicos, desprovistas hasta de los servicios
más elementales, aunque eso sí, decoradas por los más renombrados artistas de
la historia.
En el cónclave son admitidos además el maestro de las celebraciones litúrgicas
pontificias con dos asistentes de ceremonia ceremonieros y dos religiosos
adscritos a la Sacristía Pontificia; y un eclesiástico elegido por el cardenal
decano o por el cardenal que haga sus veces, para que lo asista en su cargo.
También deben estar disponibles algunos religiosos de varias lenguas para las
confesiones, y dos médicos para eventuales emergencias, así como un número
suficiente de personas adscritas a los servicios de comedor y de limpieza.
El día fijado para el comienzo del cónclave se reúnen por la mañana los
cardenales electores en la Basílica de San Pedro y celebran la misa votiva
Pro Eligendo Papa. Esa misma tarde
los cardenales acuden en procesión a la Capilla Sixtina y al llegar prestan
solemne juramento.
En el Cónclave participarán 117 cardenales.
De ellos, 58 son europeos --20 italianos y seis españoles--, catorce son
norteamericanos, 21 latinoamericanos, once africanos, once asiáticos y dos de
Oceanía. La edad límite de los cardenales para participar en la elección son 80
años.
Nueva modalidad de elección
Además de la nueva residencia, la más importante novedad del texto redactado
por Juan Pablo II es la modalidad de elección, después de que el Pontífice
suprimiera la elección por aclamación. La elección por escrutinio, el único
modo actualmente válido, tiene lugar a través de la votación, individual y
secreta, de los cardenales electores.
La "Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis" prescribe que se
deben realizar dos votaciones cada día, además de una votación la tarde en que
comienza el cónclave, que será exclusivamente por mayoría de dos tercios.
Si al cabo de tres días de escrutinios (uno por la mañana y otro por la tarde)
no se ha elegido un Papa por mayoría de dos tercios, se decreta una pausa de
como máximo un día para "oración, libre coloquio entre los votantes y una breve
exhortación espiritual hecha por el primer Cardenal del Orden de los Diáconos".
A partir de ahí pueden producirse hasta tres series de siete días de
escrutinios, separadas por pausas de un día, para lograr la elección de un Papa
por mayoría de dos tercios. Si no es así, los cardenales deben decidir por
mayoría absoluta cómo proceder, pero en todo caso debe producirse una elección
en la que un candidato logre como mínimo la mayoría absoluta de los votos.
Después de cada elección se queman las papeletas. La tradición indica que los
cardenales provoquen con paja seca o húmeda que el humo sea negro, si no se ha
elegido al Papa, o blanco si se ha elegido al nuevo Romano Pontífice: es la
conocida fumata negra o fumata blanca, que suele ver el pueblo romano desde la
plaza de San Pedro.
La legislación canónica no impone requisitos para ser elegido Papa: por lo
tanto, se deben considerar requisitos los propios del derecho divino para ser
obispo, es decir, ser varón con pleno uso de razón. En la práctica, sin
embargo, desde hace muchos siglos el elegido ha sido siempre cardenal.
Una vez elegido, el cardenal decano, que es Joseph Ratzinger, pregunta al
elegido si acepta su elección canónica como Sumo Pontífice. Si el elegido
acepta, desde ese momento adquiere de hecho la plena y suprema potestad sobre
la Iglesia. Una vez que ha aceptado, el cardenal decano le pregunta el nombre
por el que quiere ser llamado. Si el elegido no es obispo, se procede
inmediatamente a su ordenación episcopal.
Los cardenales a continuación le rinden homenaje y le prestan obediencia.
Después el primero de los cardenales diáconos --es decir, el cardenal
protodiácono-- anuncia desde el balcón de la Basílica Vaticana al pueblo
reunido en la plaza de San Pedro la elección del nuevo Papa, usando la
tradicional fórmula: "¡Nuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!&apos", y el
Romano Pontífice imparte la bendición "Urbi et Orbi&apos".
Agencias |