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La profunda herida de Aznar por Fernando Ónega |
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Por Fernando Ónega
Voz de Galicia
Acabo de ver el vídeo del 11-M que Miguel Ángel Rodríguez ha efectuado para la
Fundación FAES que preside José María Aznar. Es tremendo. Técnicamente,
contiene catorce minutos que merecen ser estudiados como obra maestra de la
provocación. Políticamente, está llamado a marcar una nueva línea de
confrontación -creo que aquí se puede escribir la palabra rencor- entre Aznar y
la izquierda que le sustituyó en el poder. Y humanamente, si el ex presidente
ha dado su aprobación a esa obra, retrata a un hombre herido; que tiene las
heridas sangrando; que está necesitado de que le hagan justicia, y que también
siente una agobiante necesidad de revancha.
En el fondo, el mensaje que Aznar lanza a la sociedad un año después de la
masacre es nítido y duro: el atentado no sólo tenía la intención de causar gran
número de muertes; tenía la intención de cambiar el gobierno, y la izquierda lo
aprovechó de forma innoble. No es una interpretación mía. Se dice textualmente:
«No pusieron las bombas sólo para matar, sino para volcar el resultado
electoral». Y en otro punto se dice también que todo lo ocurrido los días 12 y
13 de marzo de 2004 ha sido una «obra de teatro que (la izquierda) había
ensayado meses antes».
De ahí a decir que los terroristas han trabajado para el PSOE sólo hay un paso.
De ahí a pensar que el PSOE e Izquierda Unida han aprovechado la matanza para
arrebatar el poder al Partido Popular, hay un paso más pequeño todavía. Todo es
una insinuación en ese sentido. Frente a un gobierno Aznar que venía avisando
de los peligros del terrorismo islámico, el vídeo muestra a los líderes de esa
izquierda que despreciaban el riesgo. Frente a las acusaciones de que el
gobierno popular había hecho un «engaño masivo», la palabra «mentira» aparece
con eco en boca de Zapatero y Rubalcaba. Frente a la templanza y ánimo de
concordia de los ministros de Aznar, «la izquierda había sembrado las calles de
odio». Y se sigue sosteniendo, de forma sibilina, no la autoría de ETA, pero sí
todas las coincidencias con las intenciones de ETA, una banda ante la que el
gobierno Aznar «nunca quiso ceder».
Todo un documento. Toda una confesión. Toda una revancha en catorce minutos. El
valor de esta pieza es que demuestra, con dolorosa claridad, hasta qué punto el
señor Aznar está todavía herido por aquel suceso; hasta qué punto no ha
olvidado ni perdonado; hasta qué punto está convencido de que no cometió
errores, sino que otros le han tendido una trampa mortal para apartar a los
suyos del poder. Todo eso explica también la actual actitud del Partido
Popular: sigue en el 11-M. Es incapaz de salir de su esquema. Y no se detendrá
hasta que la opinión mayoritaria le conceda la razón.
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sábado, 24 mayo 2014 |
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