La deriva de
seguridad generada por los atentados del 11 de septiembre
desembocó, en el Hexágono, en la aprobación de dos leyes que
restringen las libertades digitales.
El gobierno Jospin
presentó, en noviembre de 2001, un conjunto de medidas
destinadas a luchar contra el terrorismo : la Ley de Seguridad
Cotidiana (LSQ). El dispositivo no fue "hecho a medida" para
combatir la amenaza terrorista. A toda prisa, se han añadido
disposiciones a una osamenta de texto ya existente : la LSI,
Ley de la Sociedad de la Información. Votada de urgencia el 15
de noviembre de 2001, y casi por unanimidad después de un
debate inexistente, la LSQ fija en un año la duración de la
conservación de los datos de conexiones a la Red, y de los
datos relativos a los envíos y recepciones de e-mails, por
parte de los proveedores de acceso a Internet.
Autoriza a los
jueces a recurrir a los "medios del Estado sometidos al
secreto de la Defensa nacional", para descifrar los mensajes,
y obliga a los proveedores de medios de criptografía a
entregar a las autoridades sus protocolos de cifrado, para que
éstas puedan, a su vez, descifrar los mensajes. Una serie de
disposiciones que equivalen a colocar a Internet bajo estrecha
vigilancia, y a lanzar anatema sobre la criptografía. Las
organizaciones de defensa de la libertad de expresión en
Internet, Reporters sans frontières, LSIjolie, IRIS, Bug
Brother, etc, se indignaron con esta votación, tan rápida, de
un texto que no fue objeto de ninguna concertación y que
cuestiona el principio de la confidencialidad de los
intercambios, profesionales y privados, entre otras cosas el
del secreto de las fuentes de los periodistas.
sábado mayo 24, 2014